Aragón y Navarra comparten una historia y un origen común que tuvo su origen a principios del primer milenio en torno al mismo linaje real. La relación entre ambos territorios fue estrecha en los albores de su historia, justo cuando comenzaban a formarse ambos como espacios políticos independientes.

El origen de Aragón se remonta al siglo IX, con la creación de las marcas carolingias. El conde Aznar Galíndez I ya se había independizado con un territorio que poco a poco iría adquiriendo más poder. En esa época, los intentos de influir en el territorio vecino y los matrimonios entre miembros de las familias dirigentes de Pamplona y Aragón eran habituales.

Como ejemplo de esa intensa relación entre ambos territorios, Galindo Aznárez I se puso al frente del Condado de Aragón recuperando el poder perdido por su padre, con ayuda de García Íñiguez de Pamplona.

El conde Aznar II Galíndez casó con Onneca, hija del rey García Íñiguez de Pamplona. Y su hijo, Galindo II Aznárez, colaboró en el cambio de gobierno de Pamplona en el año 905 que provocó el cambio de la dinastía Íñigo-Arista pamplonesa por la Jimena, otra rama que era más proclive a los intereses de Aragón.

ARAGÓN Y PAMPLONA, DOS PERIODOS UNIDOS

La condesa de Aragón Andregoto Galíndez (922-943), hija del conde Galindo II Aznárez casó con el rey de Pamplona García Sánchez I. Con ese matrimonio, el hijo de ambos, Sancho Garcés II, unió por primera vez ambos territorios, al llevar los títulos de rey de Pamplona y conde de Aragón desde el año 925. Pese a esa unión, el condado de Aragón mantuvieron su propia personalidad.

Alfonso I fue rey de Aragón y Pamplona

Ambos territorios estuvieron unidos hasta el año 1035, cuando el rey Sancho el Mayor de Pamplona dejó un testamento en el que dividió sus territorios entre sus hijos. Así, Ramiro I heredó el condado de Aragón, supeditado al poder de su hermano, el rey García Sánchez III de Pamplona.

Durante su mandado, Ramiro I incorporó a sus dominios los condados de Ribagorza y Sobrarbe tras la muerte de su hermanastro Gonzalo. Y también gobernó sus territorios con independencia del rey pamplonés, actuando de facto como primer rey de Aragón inaugurando así el linaje de los Aragón.

Varias décadas después, Pamplona y Aragón volverían unirse. Fue en 1076, cuando tras el asesinato de Sancho IV, los dos territorios se unirían bajo la misma corona. Así fue durante casi 60 años, bajo los reinados de Sancho Ramírez (1076-1094), de Pedro I (1094-1104) y de Alfonso I el Batallador.

Tras la muerte sin descendencia del rey que conquistó Zaragoza, el reino estuvo a punto de desaparecer a causa del testamento del monarca. Al que legaba sus territorios a las órdenes militares del Temple, el Hospital y el Santo Sepulcro.

En ese contexto convulso, los nobles aragoneses y pamploneses no aceptaron el testamento de El Batallador, por lo que decidieron elegir un nuevo monarca para regir los destinos de los reinos.

Así, los nobles aragoneses eligieron como monarca a Ramiro II el Monje, mientras los pamploneses eligieron a García V El Restaurador. Con ese paso, Aragón y Pamplona se separaron de forma definitiva, hasta que Fernando El Católico incorporó el reino de Navarra a su corona en 1512.