Jaime I, Alfonso I, Ramiro II, Pedro IV, Fernando El Católico… Si pensamos en reyes aragoneses, nos vienen sin mucho esfuerzo a la cabeza varios nombres. Pero si hablamos de reinas… cuesta un poco más. Salvo Petronila, la reina que casó con Ramón Berenguer para crear la Corona de Aragón, pocas reinas más hay que sean populares ya que la tradición aragonesa impedía a las mujeres ostentar la corona. Pero evidentemente, reinas aragonesas había, aunque fueran consortes. Y además, algunas tuvieron gran importancia histórica por su influencia y su papel en la político de los reinos de la Corona.

Un buen ejemplo es Violante de Hungría, segunda esposa del rey Jaime I El Conquistador. Tras anular por razones de parentesco su primer matrimonio con Leonor de Castilla, con quien contrajo matrimonio obligado teniendo él 13 años y ella 30, el monarca aragonés pidió al papa Gregorio IX que le buscase nueva esposa con la que casar. Y dicho y hecho. Gregorio IX le propuso contraer matrimonio con una princesa húngara, Violante, hija del rey Andrés II de Hungría y de Violante de Courtney.

Violante y Jaime se casaron en Barcelona en 1235. La princesa húngara llegó a la Ciudad Condal acompañada de un séquito de más de cien personas. Tras la boda, el monarca aragonés le concedió distintas propiedades por toda la Corona. En el reino de Aragón, le concedió lugares como Daroca, Barbastro o Uncastillo. Esas posesiones la convirtieron en una de las grandes fortunas de la Corona.

Pero además, la reina se convirtió en la principal consejera del monarca. Cuentan las crónicas que la reina Violante le acompañaba regularmente a la guerra, y era habitual verla entrando a caballo en el campo de batalla para animar a los soldados de la Corona en los momentos en los que la soldadesca estaba desfallecida. Y por ese motivo, muchos de sus hijos nacieron en tiendas de campaña durante campañas militares.

El sepulcro de la reina Violante en el Real Monasterio de Santa María de Vallbona / Héctor Blanco de Frutos

Pero su participación en la política aragonesa no solo fue como consejera o acompañante. Violante participó en las negociaciones para rendir la ciudad de Valencia. En compañía de Jaime I recibió de forma suntuosa al rey moro de Valencia para firmar la rendición, entrando triunfante en la ciudad junto a su marido tras la rendición.

Y también con su mediación consiguió evitar una guerra entre Castilla y Aragón en 1244 a causa de un conflicto territorial en el sur de Valencia. El resultado de esa mediación fue la firma del tratado de Almizra entre ambos reinos. Estos hechos demuestran que Violante fue mucho más que una reina consorte. Era una mujer inteligente y de fuerte carácter que influyó enormemente en el ánimo y en las decisiones del rey.

En lo que respecta a asegurar la descendencia, la reina Violante también cumplió. A lo largo de los 16 años que duró el matrimonio, la reina tuvo nueve hijos, por lo que aseguró la continuidad del linaje de los Aragón. Dos de sus hijos fueron coronados, Pedro III y Jaime II de Mallorca.

La reina Violante murió en  el Santuario de Salas (Huesca) en 1251, cuando tenía tan solo 36 años. Y fue sepultada en el Real Monasterio de Santa María de Vallbona, un centro monástico cisterciense del que era benefactora.