En las próximas horas, la Tierra recibirá el impacto de un satélite, que atravesará la atmósfera en algún punto del planeta. Se trata del ERS-2, un gigantesco satélite lanzado en 1995 por la Agencia Espacial Europea (ESA), que ha sido una pieza clave en la observación de nuestro planeta durante décadas. Sin embargo, su servicio llega a su fin y ahora está desintegrándose en la atmósfera terrestre.

Tras 13 años de inactividad, el regreso de ERS-2 a la Tierra está marcado por la incertidumbre y la expectación. La ESA, junto con una red de vigilancia internacional, está monitoreando de cerca el descenso de este objeto de 2,3 toneladas. A pesar de los esfuerzos por predecir su trayectoria, debido a que se trata de un reingreso natural, sin posibilidad de maniobras, es imposible determinar con precisión cuándo y dónde impactará en nuestro planeta.

CUÁNDO Y DÓNDE PODRÍA CAER

Las estimaciones más recientes apuntan a que ocurrirá alrededor de las 17:32 hora española de este miércoles, aunque con un margen de error de hasta cuatro horas. La incertidumbre sobre el punto de impacto se debe, en gran medida, a la influencia de la actividad solar impredecible, que afecta a la densidad de la atmósfera terrestre y, por tanto, a la resistencia que experimentará el satélite durante su descenso. Aunque las estimaciones apuntan a que podría caer en el sur de África o, lo que es más probable, en el océano.

A pesar de la espectacularidad del evento, la ESA califica el proceso como «normal y seguro». Las probabilidades de que alguien resulte herido por el impacto de un fragmento del satélite son extremadamente bajas, estimadas en 1 entre 100.000 millones.

La preocupación por la posible presencia de sustancias tóxicas o radiactivas en los fragmentos del satélite se disipa con las afirmaciones de la ESA, que asegura que, de sobrevivir algún fragmento, este no contendría tales elementos nocivos.

El proceso de despedida del ERS-2 comenzó en 2011, cuando se realizaron 66 maniobras de desorbitación para garantizar un descenso controlado del satélite. Estas maniobras consumieron el combustible restante y redujeron su altitud, asegurando que el satélite reingresara en la atmósfera en un plazo de 15 años.

En los últimos días, diversas imágenes captadas por la empresa australiana HEO muestran al ERS-2 dando tumbos en su reentrada, indicando el inicio de su inevitable colapso. A medida que su altitud disminuye y su velocidad de descenso aumenta, el satélite se desintegra en pedazos, culminando así su extraordinaria misión.