En la localidad pirenaica de Bielsa, entre el 8 y el 11 de febrero, se despliega el carnaval más destacado de Aragón, arraigado en antiguos rituales invernales. Una celebración que mezcla el miedo y la belleza, tradición y convivencia.

Los visitantes, especialmente los niños, se encuentran con las imponentes figuras de las trangas, seres de apariencia diabólica que desfilan por las calles con sus rostros oscurecidos por hollín y aceite, y sus cuerpos cubiertos con pieles de carnero adornadas con grandes cuernos.

Con apenas 400 habitantes, las pintorescas ‘trangas‘ protagonizan el evento, ataviadas con vestimenta medieval y cornamentas de macho cabrío, persiguiendo el propósito de despertar al oso de su letargo invernal golpeando el suelo con largas varas. Estos personajes persiguen a las madamas al son de sus cencerros, creando un espectáculo que encarna el espíritu del Carnaval.

Este espectáculo contrasta con las elegantes ‘madamas‘, representando la pureza en faldas blancas y lazos. Junto a las ‘trangas‘, personajes como el ‘amontato’, ‘onsos’, ‘caballet’, pastoras y el simbólico ‘cornelio’ dan vida a las calles de Bielsa.

Este año, el jueves día 8 de febrero, da inicio con la fabricación del ‘cornelio‘, seguido de una costillada popular el viernes. El desfile del sábado destaca como el momento culminante, mientras que el domingo concluye con el juicio y la quema del ‘cornelio‘. A pesar de las prohibiciones que han afectado a otros carnavales, la aislada ubicación de Bielsa ha preservado esta tradición, que se ve realzada por la típica nevada que la envuelve. Ni la Guerra Civil ni la dictadura de Franco pudieron terminar con ella.

Coincide además que, en Huesca, provincia rica en carnavales pirenaicos, hay eventos similares en sitios pequeños que han resurgido en los últimos años, destacando localidades como Broto, Valle de La Fueva, Nerín, Chistau, Berdún, Ansó, Gistaín y San Juan de Plan, junto con el impresionante carnaval de Torla.

HISTORIA Y TRADICIÓN DEL CARNAVAL DE BIELSA

Entre otros personajes destacados se encuentra El Amontato, una representación cómica de una anciana montada sobre las espaldas de un hombre; el onso, que evoca a un oso del Pirineo apoyado en dos palos y acosado por los domadores; el Caballé, un caballo que un joven lleva a la cintura; la Garreta, vestida con pañuelos y una boina adornada; y La Hiedra, cubierta de hojas verdes. Todos ellos contribuyen a la rica tapestría de tradiciones que define el Carnaval de Bielsa.

El punto culminante de la celebración es la figura del Carnaval, Cornelio, un muñeco construido en secreto por los vecinos con paja, trapos y ropas usadas. Este personaje sufre un juicio simbólico el último día de la fiesta, donde es condenado, torturado y finalmente purificado por el fuego, en un acto que representa la expiación colectiva de las faltas del pueblo.

Cada personaje, lejos de ser un simple disfraz o traje folclórico, es una vestimenta tradicional que cada familia del valle prepara con esmero, reflejando la identidad y la historia de esta comunidad aragonesa.