María Pilar Estatuet conoció el negocio de las flores de la mano de su abuela, cuando las floristerías de Zaragoza se ubicaban en la Calle Zurita. Con la llegada del tercer cinturón cambiaron de ubicación a Torrero, donde Pilar compartió el oficio que amaba con su nuera Noemí Vielba y su nieta Laura Garralaga hasta sus 83 años.

Tras un parón durante la pandemia, el quiosco Flores Noemí volvió a llenarse de olor, color y vida los 365 días del año a las puertas del cementerio de Torrero. Un negocio que ha ido evolucionando con la llegada de las nuevas generaciones que han dado un «giro de 180 grados», como comenta Laura Garralaga, nieta de Pilar.

Pero hoy es uno de los días grandes dentro de los 365 días que el quiosco Flores Noemí está abierto, y es que el Día de Todos los Santos «lo viven con ilusión» y mucho trabajo «codo con codo» toda la familia para llegar a toda esa gente que hoy se acerca al cementerio a recordar a sus difuntos familiares y seres queridos.

«Nos gusta ser diferentes y en nuestros ramos de regalo y en ocasiones especiales siempre ponemos algún detallito» que no quieren desvelar porque, según cuenta Laura, es «secreto de la casa». Aunque desde que tomaron el relevo de la abuela buscaron tener una nueva seña de identidad madre e hija y que los clientes les identificaran rápido. «Lo hicimos forrando todos los jarrones de esparto, dándole un toque rústico».

Ramos para cualquier tipo de evento, arreglos, regalos, decoraciones de eventos especiales como bodas, comuniones, bautizos siempre representando su gusto y toque personal para así poder crear experiencias extraordinarias de momentos cotidianos.

Cuatro generaciones han pasado para que el quiosco flores Noemí llegue a ser lo que es hoy, la esencia del pasado familiar con un giro adaptado a los tiempos de las redes sociales, manejadas por la última y más joven de la familia, Garralaga.

El día de hoy lo llevan organizando toda la semana con la preparación de cientos de ramos que esperan ser recogidos para ser una ofrenda de afecto y respeto a todas aquellas personas que descansan en paz, como Pilar, que este año guiará desde el cielo el trabajo de la floristería con la misma pasión y entusiasmo que siempre tuvo por sus flores.