«Solo quiero que me quieran, que me respeten por mi trabajo. Porque detrás de cada cosa que hago hay un acto de amor»… Con esta frase rotunda y sincera, el diseñador Ángel Lecumberri resume su trabajo y su filosofía al frente del atelier que dirige en el paseo de las Damas de Zaragoza. Cuando entras a dicho atelier, retrocedes varias décadas en el tiempo, a un tiempo en el que la elegancia imperaba en el mundo de la moda.

Molduras en los techos, suelos antiguos, y el encanto de las agujas y de los rollos de tela por cortar y de los que saldrán las creaciones de este apasionado de la moda, forman parte del universo creativo de este diseñador que se ha convertido en uno de los grandes referentes dentro del mundo nupcial y del prêt-á-porter de la capital aragonesa gracias a su creaciones y al mimo que pone a la hora de atender a sus clientas.

Ese mimo lo transmite durante la visita que hicimos a su atelier. Sentados en una mesa de la que han salido decenas de diseños, el diseñador se explaya mientras mira a los ojos fijamente, transmitiendo fuerza y su pasión por su trabajo. Nos habla de su trayectoria, de sus momentos agridulces, de los momentos no tan buenos que le obligaron a reinventarse. Pero sobre todo, se emociona recordando a sus novias.

15 AÑOS DE LECUMBERRI ATELIER

Este atelier se ha convertido en uno de los grandes referentes dentro del mundo de la moda en Zaragoza. Ángel viene del Prêt-à-porter. En Zaragoza tuvo Azul, una tienda de moda que vendía prendas de firmas y diseñadores como Ocariz, Juan Vidal, Givenchy o The 2nd Skin.

Pero tras los fastos del 2008, llegó la crisis post Expo, que llevó a la tienda a una situación difícil que obligó a Ángel a reconvertirse. «Mi amor por la moda me llevó a reinventarme, continuando con el trabajo, sin vender nada de nadie. Yo quería ayudar a mis mujeres, realizando lo que ellas necesiten, sin importar la talla, la altura, la edad, el peso… Hago lo que mejor le va a cada una».

Y en esas lleva 15 años. Adaptando sueños e ilusiones a los cuerpos reales y a las distintas situaciones de sus clientas. «La elegancia para mí es saber como debes estar e ir en cada momento. Si vas a una ceremonia religiosa, no puedes llevar tanta desnudez como una boda civil, donde te lo puedes permitir».

«Estoy en el día más importante para muchas mujeres, y por suerte, se dejan aconsejar por mí. Yo he vivido épocas de locura, con desfiles, viajes a Milán, a la la pasarela Cibeles, a París… Yo ya no busco eso. Quiero que me quieran, el boca a boca. Vivo por y para mis mujeres, para sacar lo mejor de ellas».

Para desarrollar esa tarea, Ángel no está solo. Habla con sentido afecto de las dos modistas que trabajan codo con codo con él en el atelier: «Para conseguir que el resultado sea perfecto, es muy importante el equipo, las dos modistas que están conmigo, Esmeralda, que es mi mano derecha, y Conchita. Este equipo es lo que permite crear».

Para llegar a ese punto, los orígenes y la etapa de formación de Ángel es fundamental. «Mi madre fue modista, y desde pequeñito yo le diseñaba los vestidos para las bodas, para las comuniones. A mi hermana igual. Luego acabe el COU, la selectividad, y ahí deje claro que quería dedicarme a la moda».

«Mi última formación fue con don Pedro Esteban, discípulo de Balenciaga. Pasaba muchos fines de semana en Nuévalos, con sus patrones de Balenciaga. Don Pedro fue uno de los mayores discípulos del diseñador vasco, y llegó a donar una de las más importantes colecciones de este diseñador al  Museo de Guetaria de Balenciaga». Esa influencia, se nota sin duda en el estilo y en los diseño de Lecumberri.

En torno a la figura de la Balenciaga, se entrecuela en la conversación la situación de la moda actual, en Zaragoza, y en el mundo. «La época de Balenciaga fue la época dorada de la moda. Ahora, es un circo, estamos viviendo el mundo de la moda antimoda, es la vulgaridad satisfecha de sí misma. No es que vayas mal, es que te crees que vas bien. Ahora, parece que todo vale. Y no, no todo vale ¿Puedes ir en chándal? Pues sí, pero vas en chándal. Irás cómoda o cómodo, pero no vas elegante. La comodidad está sobrevalorada».

Al margen de tendencias, parte de esa apuesta por la comodidad viene de la época de la Covid. «Con la pandemia muchas mujeres se acomodaron, se bajaron del tacón. Ahora, se está volviendo tímidamente a ser coquetas de nuevo, a  no pensar tanto en la comodidad».

Un vestido de novia con una cola espectacular / Lecumberri Atelier

«Si te invito a una boda, no vayas cómoda, los novios no se merecen que vayas así. Tengo una cosa muy clara, del clásico al rancio hay un paso, y del moderno al hortera, hay otro. Es un paso breve. La puedes liar con un zapato, con un bolso… Lo principal es tener un poco de aptitud y sencillez a la hora de vestir. Ahora se lleva el lujo silencioso, esa es la realidad del momento que vivimos, con prendas buenas y elegantes. Prendas y complementos que no se noten demasiado, pero que sean buenos».

En el caso de las zaragozanas, Ángel cree que tradicionalmente han sido mujeres muy elegantes. «La maña sabe cómo ser elegante, pero ahora apuesta por la comodidad. Además, ser elegante no consiste en tener mucha ropa, hay que tenerla mejor. Hay que tener fondo de armario, un buen pantalón, un buen traje, una buena falda, una buena americana, y luego zarrios para complementar y combinar. Tampoco es elegante ir con todo de primera línea y sobrecargarse».

Para definir esta afirmación, Ángel nos deja una frase que reúne a la perfección el concepto: «La que de lejos encanta, de cerca espanta». Para el diseñador, «esa señora que ha pasado desapercibida en una celebración, que lleva un vestido sencillo y una joya muy bien elegida, esa es la que resume el concepto de elegancia».  

UN DISEÑADOR QUE TAMBIÉN ES ALCALDE

La moda no es lo único a lo que Ángel Lecumberri pone amor. Además de a su marido, Ángel también le pone mucho amor al trabajo que realiza por su pueblo, Montón. Un pequeño pueblo que la Comunidad de Calatayud de la que es alcalde por el Partido Popular desde las pasadas elecciones locales.

«La vuelta a mi pueblo fue una promesa que le hice a mi padre antes de fallecer. Le prometí que volvería al pueblo, que arreglaría la casa, el tejado que tanto le gustaba, que no dejaría perder perder las tierricas que decía él. No sé en qué momento ni porqué dije esto, porque yo me desapegué mucho del pueblo. En aquel momento ser gay en un pueblo pequeño no era fácil. Y junto a mi dedicación a la moda, mis viajes a París, a Londres… desconecté de mi pueblo. Pero mi padre, antes de morir, me llevó al camino de mi felicidad, que es mi pueblo y mi dedicación por él. Por eso, siempre digo que le debo a mi padre que me haya vuelto a reenamorar de mi pueblo».

Esa misma pasión que Ángel pone cuando habla de sus novias y de la moda, la pone al hablar de su pueblo. «El amor a mi pueblo me ha llevado esa dedicación a la administración publica. La política de verdad es la de los alcaldes de los pueblos pequeños, porque sí que trabajamos por amor a los pueblos, sin remuneración, sin dietas, estando siempre a disposición de los vecinos… Ser alcalde es luchar para que las personas que viven en el pueblo tengan servicios, que los abuelos y las abuelas están atendidos».

«Hay que dinamizar y poner en valor lo que hay en los pueblos, y por eso me presenté a la alcaldía junto a Mamen, mi teniente de alcalde y mano derecha. Quería revalorizar el patrimonio, la cultura… El patrimonio real son nuestras casas, que son antiguas, no viejas. No hay que tirarlas, hay que arreglarlas para mantener el ambiente y ese patrimonio. Tradición también es recuperar las celebraciones locales ir a la procesión. Ese acto es tradición, es cultura, no hablo solo de fe. Hay que mantener ese tipo de cosas porque, son parte de nosotros, de nuestra personalidad y de nuestra esencia como pueblo».

En su mandato, Ángel también quiere convertir Montón en uno de los municipios más bonitos de la Ribera del Jiloca, ya que «tenemos un manantial de agua natural con unas cascadas espectaculares, y un barranco que ahora están tapados por zarzas. Queremos recuperar ese barranco para ajardinarlo, recuperar las casas solariegas, la vía verde… También quiero recuperar el ayuntamiento y hacer un salón de actos».

Dentro de ese proceso para poner Montón más bonito, el arquitecto Sergio Sebastián, autor de las luces de Navidad del Paseo de la Independencia de Zaragoza y de la Gran Vía o de la calle Preciados de Madrid, ha ejecutado la reforma de la plaza Nueva, en la que se combina pasado y presente al incluir elementos como «la teja con la punta de cal, que es como se hacía en los pueblos de la Ribera».

Además, ahora están inmersos en un proyecto global para unificar modernidad y tradición que incluye reformar el bar y su terraza, para mantener el aspecto del pueblo, aunque dándole un punto de contemporaneidad.