El Ayuntamiento de Sevilla ha dado un paso controvertido al plantear la imposición de una tasa para acceder a la emblemática Plaza de España, justificando la medida en el elevado coste de mantenimiento y los daños por actos vandálicos, eximiendo a los residentes locales.

Este precedente abre el debate sobre la posibilidad de aplicar medidas similares en otros puntos del país sometidos a una presión turística significativa, como la Plaza Mayor de Madrid. De hecho, desde hace años, el parque Güell de Barcelona cobra una entrada turística por el exceso de afluencia que se genera. Este parque recibe más visitas y búsquedas que Hyde Park en Londres.

¿Y en el caso de Zaragoza con su icónica Plaza del Pilar? La capital aragonesa ha visto cómo el flujo de visitantes se incrementa de manera constante a lo largo del año, marcando días en los que el casco antiguo, animado por eventos culturales y festivos, se ve especialmente abarrotado de turistas. Este aumento en el turismo no solo refleja el atractivo de la ciudad sino que también pone de relieve la presión que recae sobre sus espacios públicos más preciados.

La Plaza del Pilar, como es bien sabido, se presenta como el principal punto de encuentro tanto para locales como visitantes, rodeada de monumentos históricos y con una carga simbólica considerable. Sin embargo, el Ayuntamiento ni concibe cobrar una tasa turística ni nada parecido en la plaza del Pilar. La única decisión similar que ha podido tomar el Ayuntamiento de Zaragoza para garantizar una buena distribución del flujo de gente se toma cada año en las Fiestas del Pilar, por el exceso de afluencia en la plaza del Pilar.

El consistorio zaragozano mide de manera continúa durante los días de octubre el aforo máximo en la plaza del Pilar, que está marcado en 40.000 personas, y en caso de superarse el volumen de público o generar situaciones de masificación, la Policía local podría tomar la decisión de cerrarla en caso de que se alcance esta cifra y en función de distintas circunstancias. Hasta la fecha, no se ha producido esta situación.

La propuesta sevillana de cobrar por el acceso a recintos turísticos lleva a plantear si Zaragoza podría considerar una medida similar para la Plaza del Pilar. Sin embargo, este debate no es sencillo. La plaza no solo es un punto de interés turístico sino también un lugar de tránsito habitual para los zaragozanos, integrado plenamente en la vida diaria de la ciudad.

No es como la plaza sevillana donde rodeada por el Parque de María Luisa es más un punto turístico que de vida cotidiana. La Plaza del Pilar alberga el propio ayuntamiento zaragozano, tiendas y restaurantes, despachos y oficinas o, como no, la propia Basílica del Pilar.

Imponer una tasa de acceso, aseguran fuentes consultadas, sería poner un «obstáculo sin sentido» al ser un espacio tan abierto y central. Además, la Plaza del Pilar funciona como un espacio de conexión entre distintas zonas del centro histórico, lo que añade complejidad a cualquier propuesta de restringir su acceso. Las dos situaciones son incomparables.

Una alternativa más viable, siguiendo el ejemplo de otras ciudades europeas o españolas, podría ser la introducción de una tasa turística general, aplicada a los visitantes que se hospeden en hoteles y apartamentos turísticos de la ciudad.

Esta medida, como ha sucedido en otras ocasiones, generaría ingresos destinados al mantenimiento del patrimonio histórico y cultural, incluida la Plaza del Pilar, sin necesidad de restringir el acceso a los espacios públicos. Este enfoque tendría el beneficio adicional de distribuir más equitativamente el impacto económico del turismo, apoyando proyectos de conservación y sociales en toda la ciudad. Sin embargo,