César Alierta, el aragonés y emblemático líder empresarial y figura clave en la historia de Telefónica, ha fallecido este miércoles a la edad de 78 años. Durante sus dieciséis años como presidente de Telefónica, desde el año 2000, Alierta fue el arquitecto de una transformación radical en la operadora, pilotando una expansiva internacionalización del antiguo monopolio de las telecomunicaciones y modernizando sus redes para el nuevo milenio. En su corazón siempre llevó dos banderas: la de Aragón y la del Real Zaragoza.

Como aragonés no dudo en atender las llamadas de quien hiciera falta para emprender o liderar cualquier proyecto en su tierra. Pocos saben que uno de los embajadores más notables del último siglo ha sido César Alierta y su empeño en que a Aragón siempre le fuera bien. Daba igual si estaba en Brasil, Estados Unidos o en Asia. La llamada de un directivo o político aragonés para ver si podía arrimar el hombro con sus innumerables contactos siempre era bien atendida por Alierta.

Lo mismo sucedió con el Real Zaragoza, cuando entró en barrena tras la nefasta gestión de Agapito Iglesias y su casi ruina societaria, Alierta capitaneo la entrada en el capital como su mayor accionista. No subió al Real Zaragoza a Primera División, pero sí que estabilizó un barco que estaba a la deriva y cerca de encallar en las exigentes aguas de Hacienda por la ingente deuda que tenía el club maño.

Con una notable carrera en el ámbito bursátil, Alierta se distinguió por su enfoque en proporcionar valor a los inversores, estableciendo dividendos generosos que se consolidaron a lo largo de su mandato. Su habilidad para cultivar relaciones a nivel nacional e internacional fue instrumental en fortalecer la ‘marca España’, especialmente con iniciativas como el Consejo Empresarial de la Competitividad.

LA CARRERA DE CÉSAR ALIERTA: DE LOS 80 A TELEFÓNICA

Nacido en Zaragoza, hijo del exalcalde y presidente del Real Zaragoza, Cesáreo Alierta, comenzó su carrera en el mundo financiero, destacándose en el Banco Urquijo y fundando Beta Capital en los años 80. Su salto a roles ejecutivos de alto nivel ocurrió en 1996, cuando el Gobierno de José María Aznar lo nombró presidente de Tabacalera, supervisando su privatización y más tarde la fusión con la francesa Seita para formar Altadis.

En 1999, Alierta asumió la presidencia de Telefónica en un momento crítico, marcado por el estallido de la burbuja de las puntocom y la fallida fusión con la holandesa KPN. Bajo su liderazgo, tomó decisiones claves como la congelación del negocio vinculado a la tecnología UMTS, precursora de las redes 3G, reconociendo pérdidas significativas para reenfocar la compañía.

Alierta lideró una fase de consolidación y posterior expansión a través de adquisiciones estratégicas. Compró Cesky Telecom y, en un movimiento crucial, adquirió O2, ampliando la presencia de Telefónica en el Reino Unido, Alemania e Irlanda. En Brasil, realizó una importante inversión al adquirir el 50% de Vivo y posteriormente GVT, consolidando su posición en el mercado de telecomunicaciones latinoamericano.

Bajo su dirección, Telefónica se convirtió en la primera empresa española en ingresar en el índice Dow Jones Global Titans 50, destacándose entre las mayores empresas del mundo. Sin embargo, la crisis económica en España afectó a Telefónica, lo que llevó a Alierta a impulsar el Consejo Empresarial de la Competitividad, buscando influir en las políticas económicas para la recuperación del país.

Alierta también fue crítico con las políticas fiscales y de regulación de las grandes compañías tecnológicas, abogando por un trato justo y equitativo en la utilización de las redes de telecomunicaciones.

CÉSAR ALIERTA: ARAGONÉS Y ZARAGOCISTA

Además de su notable trayectoria profesional, Alierta mantuvo una profunda conexión con Zaragoza y el Real Zaragoza, club que ayudó a salvar de la desaparición en 2014. Su padre, Cesáreo Alierta, también jugó un papel importante en la historia del club, lo que resalta la pasión y el compromiso de la familia Alierta con su ciudad y su equipo.

La muerte de César Alierta no solo representa la pérdida de un líder empresarial influyente, sino también la de un apasionado aragonés y un ferviente seguidor del Real Zaragoza. Su legado en el mundo de las telecomunicaciones y su impacto en la sociedad zaragozana perdurarán en la memoria de muchos.