El euro digital, la versión electrónica de la moneda europea, está en las etapas finales de su desarrollo, lo que genera un amplio debate sobre su verdadero propósito y utilidad.

Mientras que Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), insiste en que el euro digital convivirá con el dinero en efectivo y no tiene la intención de reemplazarlo, las especulaciones en torno a su verdadera función persisten.

El BCE ha iniciado la fase de preparación para el euro digital, que se extenderá hasta 2025. Esta moneda electrónica, según la descripción oficial, será un medio de pago gratuito para los ciudadanos de la eurozona, con características que recuerdan a las ventajas promocionadas por las empresas de telefonía móvil.

Se promociona su capacidad de ser utilizado en pagos digitales, su estricto cumplimiento de normas de privacidad y la promesa de coexistencia con el efectivo físico.

Sin embargo, hay quien señala que la historia nos ha enseñado que los cambios abruptos pueden suceder de la noche a la mañana, como sucedió con la caída del Muro de Berlín. La insistencia de Lagarde en la coexistencia con el efectivo físico suscita cierto escepticismo.

El euro digital estaría almacenado en un monedero electrónico, permitiendo pagos electrónicos cotidianos a través de dispositivos como teléfonos o tarjetas.

Aunque se parecería al dinero en efectivo en su función, se diferenciaría en su formato. El euro digital sería una moneda pública con respaldo del banco central, a diferencia del dinero tradicional en cuentas bancarias.

A pesar de que la fase de investigación ya ha culminado, el desarrollo completo del euro digital todavía tiene un camino por recorrer. El BCE ha anunciado que, basándose en los resultados de la primera etapa y en la evolución del proceso legislativo, decidirá si proceder a una segunda etapa y definirá su alcance y duración.

Mientras el euro digital se acerca a su lanzamiento, las preguntas persisten. ¿Será realmente un complemento del efectivo físico o eventualmente lo reemplazará? ¿Qué implicaciones tiene para el sistema financiero y para los ciudadanos de a pie? El tiempo y la adopción por parte del público serán determinantes para resolver estas incógnitas.