En el corazón de Trujillo, Extremadura, se ha desatado un conflicto de enormes proporciones: la instalación de 22 torres eléctricas en «El Berrocal», un paraje natural con vistas a la ciudad amurallada.

Pese a que la comunidad está a favor del desarrollo industrial, específicamente de la fábrica de diamantes, las torres han generado una resistencia sin precedentes por su impacto paisajístico.

La obra está a cargo de la empresa estadounidense Diamond Foundry, en la que el mayor accionista es el actor Leonardo Dicaprio. La compañía ha invertido nada más y nada menos que 670 millones de euros para la creación de esta fábrica.  

Las estructuras, que se erigen con una altura de 40 metros, se encuentran a escasos 900 metros de un patrimonio inigualable: un complejo medieval y una muralla árabe del siglo X. Para los residentes locales, estas torres eclipsan y dañan “la mejor vista” de Trujillo.

No es el progreso lo que los vecinos rechazan, sino el método. Propuestas como soterrar los cables eléctricos han emergido como alternativas a la construcción de estas torres. Pese a ello, el proyecto cuenta con todas las autorizaciones necesarias por parte del Ayuntamiento de Trujillo y la Junta de Extremadura.

En un intento por obtener respuestas, según relató Antena 3, sólo hay silencio por parte del Ayuntamiento y una respuesta limitada de la Junta de Extremadura, quien alega no tener otras competencias más allá de las autorizaciones ambientales.

La fábrica de diamantes, en manos de la compañía Abdul Latif Jameel Energy and Environmental Services desde 2015, promete una revolución ecológica en la producción de diamantes.

Actualmente, Diamond Foundry solo fabrica diamantes sintéticos en Estados Unidos, destinados en gran parte al mercado de alta joyería.

Rafael Benjumea, vinculado al desarrollo del proyecto, enfatiza el arraigo con Trujillo y la importancia de este emplazamiento para el crecimiento industrial sostenible. La planta requerirá un consumo eléctrico de 70 MW durante 24 horas para su proceso de producción.