Granada se ha convertido en el foco de atención científica tras un reciente descubrimiento sísmico que ha sacudido los cimientos de la comprensión geológica del Mediterráneo occidental y del sur de España.

Un equipo de investigadores chinos, tras un exhaustivo análisis de datos sísmicos recopilados durante las últimas décadas, ha desentrañado secretos sorprendentes sobre la dinámica tectónica que opera bajo nuestros pies, particularmente en la región de Granada.

Este estudio, fundamentado en el análisis de ondas sísmicas generadas por cinco terremotos ocurridos en la zona, ha proporcionado una visión revolucionaria sobre el comportamiento de las placas tectónicas en el fondo del mar Mediterráneo.

Contrario a la creencia anterior de que se trataba de un choque frontal entre las placas africana y euroasiática, los hallazgos revelan que estamos ante un fenómeno de subducción: una placa deslizándose gradualmente bajo la otra.

Este proceso no solo acerca a estas dos masas continentales sino que también introduce un volumen significativo de agua hacia el manto terrestre, manteniendo la placa superior relativamente fría.

Pero es en Granada donde la trama se complica. Los datos sísmicos obtenidos del terremoto de 2010 en esta área han arrojado luz sobre un fenómeno inusual: la desaceleración de las ondas sísmicas no se produjo en la superficie superior de la placa subductora, como sería de esperar, sino más bien en su parte inferior.

Este comportamiento sugiere una interacción más compleja entre el océano y la placa euroasiática, implicando que el fondo del mar no solo se está hundiendo bajo esta gran masa continental, sino que también arrastra consigo cantidades significativas de agua hacia las profundidades terrestres.

Lo verdaderamente revolucionario de este hallazgo es la evidencia que sugiere que un fragmento de la placa tectónica, en este proceso de subducción, no solo se ha deslizado bajo la placa euroasiática sino que también parece haberse dado la vuelta.

Este «giro» implicaría que un trozo de la litosfera oceánica se encuentra ahora invertido bajo Granada, una condición que altera radicalmente nuestra comprensión de los procesos tectónicos y podría tener implicaciones significativas para la geología, hidrología y riesgo sísmico de la región.

Este descubrimiento, que parece sacado de una novela de misterio geológico, no solo subraya la complejidad de las dinámicas tectónicas de nuestro planeta, sino que también destaca la importancia de la investigación sísmica para desvelar los secretos que aún yacen ocultos bajo la superficie terrestre. Granada, con su historia rica y su belleza natural, añade ahora otro elemento fascinante a su legado: un pedazo de la corteza oceánica, patas arriba, escondido en las profundidades de la Tierra.