La necesidad de buscar alternativas sostenibles y respetuosas con el medio ambiente en el ámbito del transporte ha llevado a analizar los vuelos de corta duración en España.

Una reciente investigación desarrollada por la organización ‘Ecologistas en acción’ ha sacado a la luz datos reveladores: reemplazando solo 11 rutas aéreas de corta distancia por trayectos en tren, España podría reducir sus emisiones de dióxido de carbono en más de 300.000 toneladas anuales.

El estudio destaca rutas como las que unen Madrid con Barcelona, Alicante, Málaga, Pamplona, Santiago de Compostela y Valencia, además de las que conectan Barcelona y Valencia. Estas rutas, que se utilizan anualmente por cerca de seis millones de viajeros, equivalen a un 34,8% de los desplazamientos peninsulares.

De acuerdo con el informe, existen varias rutas que ofrecen al menos cuatro conexiones diarias en cada dirección y que pueden ser sustituidas por viajes en tren que no superen las cuatro horas. Entre ellas se encuentran:

  • Alicante–Madrid / Madrid–Alicante
  • Barcelona–Madrid / Madrid–Barcelona
  • Barcelona–Valencia / Valencia–Barcelona
  • Madrid–Málaga / Málaga–Madrid
  • Madrid–Pamplona / Pamplona–Madrid
  • Madrid–Santiago de Compostela / Santiago de Compostela–Madrid
  • Madrid–Sevilla / Sevilla–Madrid
  • Madrid–Valencia / Valencia–Madrid

Además, se incluyen otras tres rutas con menos frecuencia diaria que también podrían reemplazarse por el tren:

  • La Coruña–Madrid / Madrid–La Coruña
  • Granada–Madrid / Madrid–Granada
  • Logroño–Madrid / Madrid–Logroño

Este análisis concluye que el tiempo total de viaje en tren para todas estas rutas es en general más corto que por vía aérea.

Un claro ejemplo es el trayecto Barcelona-Madrid, con más de 40 viajes diarios en tren de alrededor de 2,5 horas, comparado con menos de diez vuelos que duran 1,5 horas pero que exigen el desplazamiento a aeropuertos, lo que representa tiempo adicional.

Esta propuesta se suma a la creciente tendencia global de priorizar medios de transporte más ecológicos y reducir la huella de carbono, y pone en evidencia la necesidad de reevaluar la viabilidad y sostenibilidad de ciertos vuelos de corta distancia.