Entre Madrid y Málaga resurge Zaragoza y hay un motivo de peso. En un contexto de crecimiento urbano acelerado y desequilibrios en el desarrollo inmobiliario, lo que está sucediendo en Málaga o Madrid debería resonar como una campana de alarma para otras grandes ciudades. Y especialmente un toque de atención por el coste de oportunidad para ciudades medianas y bien situadas como Zaragoza.

La situación malagueña, caracterizada por una escasez crítica de suelo disponible para desarrollos residenciales, logísticos y de oficinas, está desencadenando una serie de consecuencias negativas que comprometen no solo su crecimiento económico sino también su cohesión social.

MÁLAGA, EN RIESGO DE MORIR DE ÉXITO

El ‘boom‘ que vive la ciudad andaluza está cerca de explotar y, además, puede morir de éxito el modelo emprendido por el consistorio malagueño. La ciudad ‘business friendly’ para inversiones y multinacionales tech, ligado al tiempo envidiable y la renta media del entorno de Malaga ha sido un aliciente durante los últimos años.

Pero, a día de hoy, ya comienzan a escucharse informaciones de empresarios que retiran inversiones por la falta de personal. O, a su vez, este empresario no encuentra dónde pueden residir sus trabajadores debido a un mercado inmobiliario asfixiado. Y esto solo la punta del iceberg.

La construcción insuficiente para la demanda actual que vive Málaga y la proliferación de segundas residencias y viviendas vacacionales exacerban la escasez. Lo que también vincula directamente al coste desmedido del metro cuadrado. A día de hoy, según datos oficiales, el número de visados de obra nueva se ha reducido y el crecimiento de la población se ha frenado en seco. El precio sigue subiendo un 8% anual.

Málaga ya se enfrenta a un círculo vicioso donde el aumento de «nómadas digitales» y turistas, junto con un mercado de vivienda pública y social casi inexistente, agudiza aún más la crisis. El planeamiento urbano, rígido e inadecuado, se muestra incapaz de adaptarse a las necesidades cambiantes de la ciudad, resultando en desarrollos urbanos que, tras años de tramitación, aún no ven la luz.

MADRID: DESORDEN URBANÍSTICO Y CRECIMIENTO DESMEDIDO

Tres cuartos de lo mismo le sucede a Madrid. Con sus propios desafíos urbanísticos y de vivienda, debe tomar nota de la situación en Málaga. La capital española, conocida por su pujanza económica y crecimiento demográfico, podría enfrentarse a obstáculos similares si no se aborda de manera proactiva la gestión del suelo y se promueve un desarrollo inmobiliario equilibrado.

Entre todo este desorden y situación crítica, la ciudad de Zaragoza está en el otro lado de la balanza. La capital del Ebro está de moda. En poco más de cuatro años ha captado más de 1.500 millones de euros de inversión en distintos proyectos que la están situando como el referente logístico y sanitario del noreste de España. Eso sólo en suelo municipal.

Pero en su zona de influencia y entorno metropolitano, ya han sonado con fuerza inversiones como las de los centros de datos de Amazon Web Services y Microsoft o la cada vez más cercana inversión de Stellantis en su mega fábrica de baterías eléctricas.

Pero todo este volumen de inversiones se ve acompasado, al contrario que Málaga y Madrid, con una ciudad que no ve los alquileres ni los precios de compra de la vivienda a costes desorbitados, que no sufre de grandes atascos en la circulación o que vive un turismo desenfrenado.

Es la ciudad de los quince minutos para todo, considerada como una de las ciudades con mejor calidad de vida de Europa, a caballo de Madrid y Barcelona, de la costa mediterránea o cantábrica o a poco más de una hora de los Pirineos. Y, además, se vende como una ciudad abierta a la inversión. Lo tiene todo a día de hoy. Es el momento de Zaragoza y sólo hay una oportunidad. No cabe el error.