Es increíble. No hace tanto que España se situaba en el top 10 de las economías mundiales, concretamente finalizábamos el Siglo XX en 8ª posición. Recuerdo cómo entre mis compañeros de colegio había hijos de médicos, herreros, empresarios, taxistas, militares, pequeños emprendedores…Todos vivíamos felices en auténtica igualdad, nuestros padres podían comprar los libros escolares, las zapatillas “de moda”, nos daban una modesta propina y todavía les sobraba para llevarnos de vacaciones en verano.

En 2004 todo comenzó a resquebrajarse, parecía como si el mismísimo rey de las tinieblas hubiese decidido establecer su residencia habitual en España. Los atentados del 11 M cambiaron para siempre nuestra suerte; llegó el infame Zapatero con sus nefastas y dañinas leyes de violencia de género, extranjería, educación, reforma laboral y un largo etcétera, fruto de las cuales llegó la ruina y la miseria a la que se sumaba un contexto internacional complicado económicamente.

En 2011 parecía que al llegar el cambio político, -con la mayoría absoluta de Mariano Rajoy- se avecinaba un giro político tan sencillo como necesario, sólo había que derogar lo anterior. Pero no fue así, Rajoy supuso el continuismo de la era Zapatero, a lo que hay que añadir un nuevo problema: el nacimiento del partido que traería el odio, la división, el hambre, la delincuencia y el fin de la igualdad que vivíamos los jovencitos de aquel momento, Podemos. Por si aquello fuera poco, el nacionalismo catalán, más fuerte que nunca en nuestra democracia, dió un golpe de Estado que no fue reprimido como debiera haberlo sido (y de aquellos polvos, estos lodos).

2019 fue el año en que entró en el gobierno aquél a quien los suyos habían apartado en 2016, una persona con una siniestra mirada cargada de ira, era él, el villano de los cuentos que nos habían leído tantas veces nuestros padres.

No dudó en pactar para gobernar con la escoria mas infecta del panorama político, haciéndonos rememorar a todos aquél frente popular del que nuestros abuelos nos hablaban como el inicio del momento más terrorífico de los últimos 100 años y su fatal consecuencia. Necesitaría una enciclopedia para enumerar todas y cada una de sus fechorías pero por todas citaré la penúltima: la ley del sólo sí es sí, que ha supuesto la liberación de más de 120 criminales encarcelados por gravísimos delitos y la rebaja de penas a más de 1.200.

Pero este 16 de noviembre se ha confirmado el peor de los presagios, el autócrata Sánchez ha dado un golpe de Estado desde dentro, ha pactado una amnistía con sediciosos condenados por el Alto Tribunal a cambio de 7 votos, con el aparato propagandístico de ETA por 6 votos, el comunismo de sumar+podemos por 31 votos, ha engañado a sus electores, ha mandado perseguir a la población que se manifiesta pacíficamente y mucho me temo que esto solo acaba de empezar, los siguientes seremos aquellos que nos oponemos al golpe.

Me duele pensar que mis hijos no vivirán esa igualdad que yo viví en el colegio, me duele que habrá otros mas desafortunados (ya los hay) que no podrán llevar un bocadillo para almorzar, me duelen quienes ya son nuestros mayores, aquellos que nos hicieron vivir una vida mejor que la que ellos tuvieron, aquellos que han trabajado duro por mantener el país que a sus padres les costó sangre y honor, me duele que hoy alguno de mis compañeros de colegio con quienes jugaba feliz en el patio me pueda ver como su enemigo gracias a la división que ha creado el villano, me duele todo, como la manida frase de Unamuno, “me duele España”.

*Armando Martínez es concejal de VOX Ayuntamiento de Zaragoza