El 14 de Marzo pasado el Gobierno de España decretó el aislamiento domiciliario de toda la población con el objetivo de impedir la propagación de la pandemia del coronavirus. 

Pasados cerca de 60 días de la publicación del Real Decreto seguimos sin saber el número de personas afectadas o prevalencia en términos epidemiológicos, cuantas de estas desarrollan síntomas en menor o mayor grado, lo que se llama morbilidad y el número de fallecidos reales como consecuencia del COVID-19, es decir mortalidad.


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Los medios de comunicación, de forma exhaustiva y como si de un parte de guerra se tratara, diariamente nos informan del número de muertos con diagnostico COVID-19, el número de ingresos hospitalarios así como de las altas médicas diarias; datos todos ellos que no aportan nada a nivel epidemiológico.

La máxima científica de conocer al enemigo para combatirlo parece ser que es desconocida o ignorada por nuestras autoridades sanitarias.

Conocer la prevalencia, la morbilidad y la mortalidad de cualquier enfermedad infecciosa es el abc de la ciencia epidemiológica, normalmente se reflejan en porcentajes o casos por 100.000 habitantes; para ello es necesario tomar muestra  hacer análisis a un número significativo de la población y si es posible a toda ella.

Esto tan elemental, a día de hoy, no se ha hecho y por tanto la ignorancia que rodea a todo lo concerniente a la pandemia y su propagación es palmaria.

«Seguimos sin saber el número de personas afectadas o prevalencia en términos epidemiológicos»

Alguien podría pensar que realizar millones de análisis es muy difícil por no decir imposible, nada más lejos de la realidad. En España de forma habitual y continuada se realizan por parte de las Administraciones Públicas programas de lucha y control de enfermedades infecciosas, bien sean epidemias o pandemias, en poblaciones animales sobre todo domésticos.

Programas de gran éxito que testan de forma anual la totalidad de sus censos, que suponen millones de individuos. Como ejemplo pondré el caso del ganado ovino en España, con un censo superior a 20 millones de cabezas (la mitad de la población española aproximadamente). Obvio decir que las epidemias se comportan de forma idéntica tanto en poblaciones animales como en humanas.

Sí las administraciones con competencia en sanidad animal, todos los años son capaces de realizar estudios epidemiológicos en la totalidad del censo animal de España, es porque disponen de los medios personales para la recogida de muestras y su procesado, los medios materiales y técnicos y por supuesto el presupuesto necesario para llevar a cabo todo tales actuaciones.

Por lo tanto es evidente que nuestros gobernantes no pueden alegar incapacidad a la hora de utilizar la herramienta de la toma de muestras y su posterior análisis en número significativo,  por no decir en el total de la población que vive en España. Disponen de los medios, profesionales, conocimientos y presupuesto; solamente les queda disponer de voluntad política.


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El artículo 43 de nuestra Constitución dice literalmente: Se reconoce el derecho a la protección de la salud. Compete a los poderes públicos organizar y tutelar la salud pública a través de medidas preventivas y de las prestaciones y servicios necesarios. Este artículo es claro y conciso, y obliga a los poderes públicos, es decir al Gobierno de España, a proteger la salud de los españoles.

Hasta la fecha el peso de la pandemia ha recaído sobre el sistema asistencial, las únicas medidas preventivas que ha tomado el Gobierno es el aislamiento domiciliario, con el objeto de aplanar la curva del contagio y evitar la saturación y el colapso de las UCIS de los hospitales y adormecer el criterio crítico de la población.

Parece ser que dan por hecho que la pandemia seguirá su curso sin presentarle batalla y que la incompetencia manifiesta de nuestros gobernantes hará que la enfermedad campe a sus anchas y siga su evolución natural.

Aún recuerdo al número dos del mando de la Guardia Civil en rueda de prensa explicando, literalmente, que el instituto armado tiene la meta de «minimizar todo ese clima contrario a la gestión de crisis por parte del Gobierno».

«Dan por hecho que la pandemia seguirá su curso sin presentarle batalla y que la incompetencia de nuestros gobernantes hará que la enfermedad campe a sus anchas»

Manipulación de la opinión pura y dura, utilizando instituciones del Estado como si estuvieran a disposición exclusiva de los intereses bastardos del Gobierno y pone en evidencia la preocupación fundamental de nuestros gobernantes actuales: ¡Evitar su desgaste!

La ignorancia, incapacidad, incompetencia y manipulación que este Gobierno ha demostrado en la gestión de la pandemia del COVID-19, nos ha llevado a una tormenta perfecta que ha hecho que España aún siendo el país que teniendo uno de los sistemas sanitarios mejores del mundo, también sea el país con más personas fallecidas en relación a su población.

Francisco Sancho es veterinario clínico. Responsable del estudio sobre las patologías infecciosas de los ungulados domésticos y silvestres en área de influencia de bucardo (Proyecto LIFE 1991-1992). Autor de varios trabajos y publicaciones científicas relativas a enfermedades infecciosas y parasitarias del ganado. Fue director General de Salud Pública del Gobierno de Aragón (2011-2015).