La decisión de Vox de romper las coaliciones con el PP en varias autonomías, anunciada recientemente por su dirección, parece estar guiada por una estrategia de diferenciación clara como una fuerza agitadora y alejada de la institucionalidad, más aún con la irrupción de ‘Se acabó la fiesta’ de Alvise Pérez. Y, posiblemente, haya un intento de ganar tracción electoral a nivel nacional que aún está lejos de saber si es efectivo o no. A día de hoy, las interpretaciones que sugieren que este movimiento es un acierto estratégico están lejos de la realidad.

Bien es cierto que, en coaliciones de gobierno como las que conformaba Vox con el PP, la parte minoritaria suele enfrentar desafíos al final del mandato. Si la gestión es bien recibida, los méritos suelen atribuirse al partido mayoritario; en caso contrario, ambos pueden pagar el precio. Este patrón ya se observó con Podemos y la coalición Sumar a nivel nacional, y con Ciudadanos en los gobiernos autonómicos, entre otros ejemplos.

Pero el por qué Vox se ha desligado de los gobiernos del PP no debe centrarse en la gestión de la acogida de los menores migrantes; el foco de atención debe desplazarse a otros aspectos más cruciales y de largo recorrido.

Primero, es cierto que la inmigración representa un tema existencial para Vox. Han sido el partido más beligerante en este asunto, utilizando los menores migrantes como argumento principal para su discurso sobre inmigración, inseguridad y deterioro de la convivencia. Ceder en este terreno donde tienen responsabilidades de gobierno era impensable y marcaba una clara línea roja para ellos.

Hay quien piensa -pensamos- que la mejor respuesta a una convicción ideológica es darle una solución desde el Gobierno; como puede ser la recepción y gestión de los menores migrantes para que no haya descontrol administrativo. Pero la decisión ha sido la de romper la baraja y salir de los gobiernos para volver a la agitación y a la pancarta política.

Vox toma como ejemplo el cambio de liderazgo en la derecha francesa, de Sarkozy a Le Pen, para modelar su futuro. Ven la inmigración como un tema que ratifica su creencia en una partida política a largo plazo. A pesar de que su discurso no tiene un amplio apoyo en la sociedad española en general, están convencidos de que las circunstancias cambiarán eventualmente, y ese momento será crucial para ellos.

Además, la radicalidad de Vox en temas sensibles como la reubicación de menores migrantes ha llevado a una ruptura con el PP en términos que reflejan un cambio drástico para un partido que recientemente había asumido responsabilidades de gobierno.

Este movimiento se produce después de alinearse con el grupo prorruso en el Parlamento Europeo y en medio de la pérdida de votos hacia otros partidos como el liderado por Alvise Pérez, señalando un giro extremista que marca una nueva etapa para Vox.