Ha pasado más de un mes desde que la Policía Nacional, a raíz de dos apuñalamientos en la zona, identificase a 22 personas que malvivían desde hace al menos dos años en un garaje de un edificio propiedad de la Sareb, el ‘banco malo’.

Lo cierto es que en la Calle de Montañés número 6 y 8 poco o más bien nada ha cambiado. El olor a orines y a excrementos cuando te acercas tan solo a la puerta entreabierta de este garaje sigue siendo nauseabundo. En la puerta, una orden del Juzgado de Instrucción número 8 de Zaragoza. Rota, pero en la que se puede leer un plazo de desalojo de los «ocupantes, eventuales o ausentes».

La orden está firmada a fecha de siete de octubre de 2024 y fija un plazo de tres días. Eso quiere decir que han pasado cinco días desde que se cumpliera ese plazo y nada ha cambiado. Sigue siendo un foco de insalubridad e infección. el Ayuntamiento de Zaragoza ya explicó que nada podía hacer para arreglar este asunto, salvo que hubiese un claro peligro de derrumbe.

Es el propietario, en este caso el banco, quien debe mover ficha o, por contra, un juez. Así parece ser que se ha hecho, pero, de momento, con poco efecto. «Aquí todo sigue igual. Salen por la noche o de tarde y entran sin problema», explica un vecino que vive a escasos metros de este edificio ocupado, garaje incluido.

La puerta de entrada, antaño reforzada en la cerradura con una placa metálica, está ahora abierta y esta placa reventada. La oscuridad del garaje con su puerta principal entreabierta recuerda a cualquier película de terror y el olor… «El olor y los robos que han aumentado en la zona. A mi me robaron el teléfono móvil el otro día», sigue insistiendo este vecino.

«VIVIR AQUÍ ES UN SINVIVIR»

Esta calle peatonal donde radica el problema está a escasos metros de una de las arterias comerciales y principales del barrio zaragozano de Delicias. «Cuando paseas por la calle Delicias no imaginas que esté esto aquí y nadie haga nada», reclama otro vecino. Todos hablan pero nadie quiere dar el nombre y menos decir donde vive.

La inseguridad ha ido en aumento en un bloque de viviendas cuyo garaje, hoy residencia de okupas, se incendió en julio de 2021. Un vehículo ardió y con él otros que estaban aparcados a su lado. Aquel día la policía rescató a una vecina que había inhalado humo y se desorientó al salir. «Lo que nadie imaginaba es que de aquel incendio iba a llegar esto. Y con esto es con lo que convivimos desde entonces», sentencian los vecinos, incapaces de explicar mejor lo que soportan a diario.