Entre las luces de neón y la música vibrante que caracterizaban la vida nocturna de Zaragoza en los años 90, la discoteca Flying era uno de los emblemas más emblemáticos de la ciudad.

Un lugar donde jóvenes y adultos se congregaban para bailar, disfrutar y olvidar las preocupaciones del día a día. Sin embargo, una fatídica noche transformó esta icónica discoteca en un recordatorio sombrío de la importancia de la seguridad y la regulación en espacios públicos.

El devastador incendio consumió la discoteca Flying, el 14 de enero de 1990 a las 3.00 de la madrugada, llevándose consigo vidas inocentes. La tragedia dejó a la comunidad de Zaragoza en shock, y las imágenes de las llamas y el humo saliendo del edificio se convirtieron en una señal de advertencia para otros establecimientos nocturnos en toda España.

El estado de la discoteca Flying tras el trágico incendio / GAZA

Los informes iniciales sugieren que el fuego se originó debido a un fallo eléctrico en el sistema de sonido del local. Sin embargo, las investigaciones posteriores revelaron numerosas irregularidades en las medidas de seguridad de la discoteca.

La falta de salidas de emergencia adecuadas, sistemas de extinción de incendios deficientes y una capacidad excesiva de ocupantes se combinaron para crear una receta mortal.

Las víctimas y sus familias exigieron justicia y respuestas, llevando a un escrutinio más estricto de las discotecas y lugares de entretenimiento en toda la región. Las autoridades tomaron medidas inmediatas, implementando regulaciones más estrictas y llevando a cabo inspecciones regulares para garantizar que tragedias como la de Flying no se repitieran.

En el corazón de la ciudad, el lugar donde una vez estuvo la discoteca Flying se convirtió en un memorial para recordar a aquellos que perdieron la vida. Las flores, las velas y los mensajes de amor y recuerdo adornan el lugar, ofreciendo un espacio de reflexión y homenaje.

La tragedia de Flying no solo cambió la vida nocturna de Zaragoza, sino que también dejó una marca indeleble en la conciencia colectiva de la ciudad. Sirve como un recordatorio constante de la fragilidad de la vida y la importancia de la precaución y la responsabilidad.