Apenas llegó a estar 24 horas en el Centro Penitenciario de Zuera, tras haber sido trasladado de la unidad para presos del hospital Universitario Miguel Servet. Fue enviado allí por el Juez Instructor tras apuñalar a dos personas a finales del pasado mes de mayo. Su segunda víctima fue una mujer que paseaba a su perro en la zona del Canal, a la altura del Parque Grande.

R.C.S., de 25 años de edad y con un historial de trastornos psiquiátricos que explicó al juez e incluso a los policías que lo detuvieron aquel día, estaba ingresado en la enfermería y con un interno enfrente. Tenía las rejas, como denominan en prisión, ‘cangrejo’, con rejilla para poder verse el uno al otro.

Por privacidad, estas celdas tienen una zona pequeña, justo donde está el baño, en el que no hay visibilidad. «Los vigilan, pero riesgo cero no hay», explican fuentes consultadas por HOY ARAGÓN y muy cercanas a este recluso.

«Ese día había estado con mucha gente y había hablado con todos de una manera muy normal. Nada, absolutamente nada, hacía presagiar lo que después hizo», cuenta esta misma fuente. «Ceno, estuvo con el apoyo, el compañero que le vigilaba, normal y luego se pasó recuento y ya nada se pudo hacer«, dice.

Confiesan algunos funcionarios que aquel día estaban presentes que el suicidio de este recluso les dejó muy tocados. Salió del Hospital Miguel Servet con la confirmación médica, según ha podido saber este periódico digital, de una cierta mejoría, Sin embargo, en el módulo de enfermería de la cárcel, se tomaron medidas de seguridad y estaba en una celda solo no con el colectivo como es más habitual.

Desde la prisión de Zuera explican que son muchos los intentos y acaban en fallecimiento muy pocos. «Hay autolesiones, sobredosis, los sanitarios sacan a mucha gente adelante, incluso aquellos con tendencias suicidas. Hay reclusos con estos pensamientos que se recuperan y salen adelante», relata esta fuente consultada.

Reconocen en prisión que es «un fracaso» para los trabajadores del Centro Penitenciario. Hace dos años, otro interno, taxista de profesión, que estaba en prisión preventiva por un delito relacionado con violencia de género, se suicidó en Zuera y reactivó el programa de Prevención de Suicidios, paralizado temporalmente en 2020 por la pandemia.

Este Programa Marco de Prevención de Suicidios se aprobó en 2005, y se aplica a todos los internos noveles y con riesgo. En aquel momento este interno, que era la primera vez que ingresaba en prisión, no tenía compañero que le vigilase en el momento del ingreso.

Este pasado viernes, el autor de los apuñalamientos en Zaragoza si que tenía vigilancia, pero aprovechó un resquicio, un instante, para ejecutar algo que debía tener bien pensado.

«Entran en el baño, su momento de intimidad y aunque están controlados incluso con el tiempo que invierten, necesitan muy poco. Una idea clara, un momento de oportunidad… Es muy difícil a veces detectar esto», se sincera la fuente consultada por HOY ARAGÓN.

DOS MUJERES EN 17 AÑOS

En los últimos 17 años en el Centro Penitenciario de Zuera los suicidios han sido contados y la mayoría por ahorcamiento, algo más complejo de detectar. Además de los casos ya comentados, también se quitaron la vida dos mujeres en los últimos 17 años. Un porcentaje muy bajo pero que no deja de alarmar a las autoridades del Centro Penitenciario cuando suceden.

La casualidad ha hecho que esta pasado fin de semana, además del caso de Zuera, se produjesen dos muertes más por suicidio en prisiones españolas. Otro ahorcamiento en la cárcel de Castellón II, en Albocasser, y ayer justo cuando pasaban a hacer el recuento, en Botafuegos, en Algeciras.