En España, la baja tasa de natalidad ha llevado a una transformación en las preferencias familiares, con las dificultades económicas y la falta de estabilidad laboral obstaculizando el sueño de ser padres. La edad media para tener el primer hijo se sitúa en los 31 años, y la tasa de fecundidad ha caído a 1,23 hijos por mujer, colocando a España en el segundo lugar de la Unión Europea con la tasa de natalidad más baja.

Desde los 18 hasta los 29 años, se evita tener hijos considerándose demasiado jóvenes; de los 30 a los 34, la falta de estabilidad económica se interpone, y de los 35 a los 39, la búsqueda de la pareja adecuada. Después de los 40, la dificultad aumenta, y hay un crecimiento en el número de parejas que optan por no tener hijos.

Este panorama ha llevado a un cambio en la mentalidad de la sociedad, truncando los proyectos vitales de toda una generación. Como respuesta a la dificultad de formar familias, surge el fenómeno de los ‘perrhijos’ y ‘gathijos’. Este nuevo modelo multiespecie refleja la elección de tener mascotas, mayoritariamente adoptadas, en lugar de hijos. Esto proporciona una satisfacción afectiva importante con menos costos económicos, emocionales y de tiempo, sin vincularse a otra persona de por vida.

España actualmente tiene más perros que niños, según datos de la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos para Animales de Compañía (ANFAAC). Este cambio de prioridades ha generado críticas, incluyendo las del Papa Francisco I, que desacreditan la idea de reemplazar la figura del hijo con mascotas, olvidando las condiciones necesarias para tener hijos.

En algunos casos extremos, las mascotas son tratadas como humanos, llevando a situaciones como vestirlas, pasearlas en carritos, celebrar su cumpleaños e incluso crearles cuentas de Instagram. Sin embargo, esto plantea preocupaciones sobre la humanización de los animales, ya que pueden experimentar problemas de salud y comportamiento al ser expuestos a entornos no naturales.

El fenómeno de los ‘perrhijos’ y ‘gathijos’ refleja una respuesta a las dificultades actuales para formar familias en España, pero también plantea desafíos éticos y de bienestar animal que deben ser considerados en este cambio de preferencias familiares.