La responsabilidad al volante abarca diversos aspectos y no se limita a cumplir parcialmente las normas de tráfico. Descuidar asuntos importantes puede dar lugar a accidentes, situaciones peligrosas o, incluso, a recibir multas si se es sorprendido infringiendo la ley. Aunque los agentes de tráfico suelen ser comprensivos en cuestiones menores, cuando se detecta una falta evidente o una infracción intencional, deben aplicar la ley y ceñirse al código de circulación.

Es importante destacar que el uso de detectores de radares está considerado una práctica irregular y prohibida desde hace mucho tiempo. Según las normas de circulación, su utilización tiene como único propósito evitar las sanciones por exceso de velocidad. Estos dispositivos son capaces de identificar en tiempo real todos los radares utilizados por la DGT, tanto los fijos como los móviles, e incluso aquellos menos frecuentes, como los radares de tramo, que suelen estar ubicados en puntos estratégicos dentro de áreas urbanas.

Es fundamental entender que la prevención vial va más allá de evitar multas. Se trata de conducir de manera responsable, respetando los límites de velocidad y las normas de tráfico, garantizando la seguridad tanto propia como la de los demás usuarios de la vía. Conducir de manera consciente y atenta contribuye a reducir el riesgo de accidentes y a fomentar una convivencia segura en las carreteras.

LA MULTA POR LLEVAR UN DETECTOR DE RADARES

Cuando el conductor se acerca al radar correspondiente, el dispositivo emite una alerta que le incita a reducir la velocidad para ajustarse al límite establecido por la normativa. Tras la última reforma del código de circulación, llevar dicho dispositivo instalado (incluso si no está activo en el momento en que un agente obligue al vehículo a detenerse) conlleva una multa de 500 euros y la pérdida de 3 puntos en el carnet de conducir.

Esta lógica, aunque pueda resultar frustrante para muchos conductores, es clara. El uso del detector implica una intención de superar los límites de velocidad establecidos. Además, es importante recordar que la ubicación de los radares es de conocimiento público. El dispositivo simplemente evita la necesidad de consultar previamente esta información, lo que facilita la conducción sin preocuparse por respetar los límites de velocidad.

En el mercado existe otro dispositivo que lleva esta intención infractora a un extremo: el inhibidor de radares. Este aparato anula el funcionamiento de los sistemas de control de velocidad, convirtiendo al vehículo infractor en «invisible» para ellos. Si un agente descubre este dispositivo instalado en el vehículo, las consecuencias son aún más graves, con una pérdida de 6 puntos en el carnet de conducir y una multa de 6.000 euros.