«María Moliner hizo una proeza con muy pocos precedentes: escribió sola, en su casa, con su propia mano, el diccionario más completo, más útil, más acucioso y más divertido de la lengua castellana. dos veces más largo que el de la Real Academia de la Lengua, y –a mi juicio- más de dos veces mejor«. Así definió el Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, la labor de esta bibliotecaria y lexicóloga zaragozana que fue vetada por la RAE y que escribió un diccionario que, décadas después de su creación, sigue siendo un referente de la lengua española.

Todo un ejemplo de fuerza y determinación en un momento de la historia que no destacaba precisamente por el respeto al trabajo y a los derechos de la mujer. Nacida en la localidad zaragozana de Pani un 30 de marzo de 1900, María Moliner fue bibliotecaria, archivera, filóloga y lexicógrafa española. Pero sobre todo, es autora del Diccionario de uso del español, conocido popularmente como Diccionario María Moliner.

Para crear esa joya, María Moliner utilizó nada más y nada menos que 15 años de su vida. Sin apoyo, sin apenas recursos. Y aún así, su diccionario pasó a la historia gracias a las 190.000 definiciones, siendo dos veces más largo que el de la RAE.

Además, esta obra la creó en plena posguerra, en un momento complicado para los derechos de la mujer en general, y para ella en particular. Hay que tener en cuenta que María Moliner fue objeto de una de las habituales depuraciones que el franquismo hizo en miles de ciudadanos de la época: el gobierno del dictador bajó 18 niveles en el escalafón del Cuerpo Facultativo de Archiveros y Bibliotecarios a esta mujer como represalia por sus posturas políticas, y la envío a Valencia. No pudo recuperar su estatus hasta 1958. Y su marido, Fernando Ramón, también sufrió esas purgas, perdiendo su cátedra de Física.

Formada como filóloga y lexicógrafa en el Estudio de Filología de Aragón, Moliner fue una bibliotecaria comprometida con su trabajo, y con el mundo de los libros y de la lengua. De hecho, impulsó la creación de una red de bibliotecas rurales en un momento en el que reinaba el analfabetismo y el objetivo era extender la cultura y la educación hasta los rincones más recónditos del país. También fue pionera porque fue la primera mujer que impartió clases en la Universidad de Murcia.

Fue en 1952 cuando María Moliner comenzaría a escribir sin apenas medios el que fue su gran legado: el ‘Diccionario de uso del español’. La zaragozana quería crear un instrumento para guiar en el uso de español tanto a las personas que lo tienen como primer idioma, como a todos aquellos que lo quisieran aprender. Y lo que comenzó siendo un proyecto en su cabeza, lo consiguió tras años de trabajo y el apoyo de Dámaso Alonso, directos de la Biblioteca Románica Hispánica de la Editorial Gredos. En 1966 fue publicado el primer volumen, y en 1967, se publicó el segundo.

La definición de García Márquez no es poesía ni postureo sobre la figura de Moliner. La propia filóloga señaló en una entrevista cómo comenzó a escribir el diccionario: «Estando yo solita en casa una tarde cogí un lápiz, una cuartilla y empecé a esbozar un diccionario que yo proyectaba breve, unos seis meses de trabajo, y la cosa se ha convertido en quince años».

El diccionario de María Moliner presentaba como diferencia con respecto a otros diccionarios que presentaba un «sistema de sinónimos, palabras afines y referencias que constituye una clave superpuesta al diccionario de definiciones para conducir al lector desde la palabra que conoce al modo de decir que desconoce», tal y como se explica en el prólogo de la primera versión del diccionario.

Pese a su trabajo con el diccionario, la Real Academia de la Lengua consideró que María Moliner no merecía ocupar el sillón de la B a comienzos de los años 70. Dámaso Alonso, Pedro Laín Entralgo y Rafael Lapesa la postularon para que fuera la primera mujer en ser académica de la lengua. Pero finalmente, el sillón se otorgó a Emilio Alarcos. María Moliner se hubiera convertido en la primera mujer en ser académica. Al año siguiente de ser rechazada, en una entrevista, Moliner sentenció «si ese diccionario lo hubiera escrito un hombre, diría: «¡Pero y ese hombre, cómo no está en la Academia!»

En 1973, la RAE quiso darle un premio, el Lorenzo Nieto López, por sus trabajos en la difusión de la lengua, pero María Moliner rechazó el galardón. Y no sería hasta 1979 cuando la RAE dejó de ser una institución únicamente masculina, cuando se permitió la entrada de Carmen Conde como académica. Una vez que ya era académica, Conde, recriminó a los miembros de la RAE que María Moliner debería haber entrado antes. «Vuestra decisión pone fin a una tan injusta como vetusta discriminación literaria», sentenció Carmen Conde en su discurso de acceso, en clara referencia al veto a María Moliner.