He entrecomillado el título de este artículo porque la frase, obviamente, no es mía. Es de hace años, de la vicepresidenta primera del Gobierno. Yo pensaba que había sido tan abundantemente ridiculizada que nadie se atrevería a reivindicarla, pero el debate del presupuesto de Zaragoza nos ha venido a demostrar que la idea forma parte intrínseca del ideario de la izquierda.


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Es un concepto preadolescente de la economía. Quieren de todo: que se concedan ayudas directas, que aumente el gasto social, la inversión, las subvenciones y la cooperación internacional al desarrollo y que además, bajen los impuestos. Solución: el endeudamiento.

Ya pagarán las generaciones futuras. Y esto en la ciudad más endeudada de todas las grandes ciudades españolas. “Que se endeude la ciudad para que no se tengan que endeudar los ciudadanos”, hemos llegado a escuchar.

¿Quiénes creerán que pagan los sesenta millones que todos los años presupuesta el Ayuntamiento para hacer frente a los intereses y amortización de la deuda? Evidentemente, los zaragozanos con sus impuestos. ¿Se imaginan lo que se podría hacer en la ciudad con ese dinero o cuánto podrían bajarse impuestos y tasas?

Los datos más fiables, sin maquillaje, apuntan a que ahora mismo tenemos en España a seis millones de personas en paro: parados recogidos en las estadísticas, demandantes de empleo que están haciendo cursos de formación, autónomos en cese de actividad y ERTES. Y Aragón (Zaragoza es su mitad demográfica) es la tercera comunidad donde más ha crecido el paro.

Algo estamos haciendo mal, sin duda. Entre otras cosas, derrochar el dinero, repartirlo con prodigalidad, duplicar estructuras con las del Gobierno de Aragón y solapar competencias.

El propio Azcón ha formado un Gobierno municipal con la mayor estructura de altos cargos de toda la etapa democrática, duplica recientemente una nueva asesoría de empleo para jóvenes con la que ya presta el Instituto Municipal de Empleo, que a su vez se solapa con el INAEM del Gobierno de Aragón.

«Algo estamos haciendo mal. Entre otras cosas, derrochar el dinero o duplicar estructuras con las del Gobierno de Aragón y solapar competencias»

Se niega igualmente, junto con el resto de partidos, los que hablan de solidaridad, a reducir la asignación a los grupos políticos (Solo VOX devuelve el 90% de su asignación al consistorio) y se niega a que el Libro Mayor de Gastos se haga público en la página web del Ayuntamiento. ¿Algo que ocultar? Ha tenido que llegar VOX para proponer estas iniciativas, porque Azcón no parece tener el propósito de cambiarlas.


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Desde VOX hemos apostado con nuestras enmiendas por introducir racionalidad y sentido común, disminuir la cooperación internacional, que debería ser una competencia única, exclusiva e indelegable del Gobierno de la nación, hasta situarnos en la media de las grandes ciudades.

Porque es inadmisible que siendo la ciudad más endeudada, seamos la que más aporta por este concepto. Tenemos gente viviendo, literalmente, debajo del puente, o en chabolas y en casas apuntaladas con riesgo de derrumbe en nuestro casco viejo.

Tenemos necesidades muy perentorias aquí, y recursos muy escasos. Es más que probable, además, que en la actual situación económica haya que incrementar más adelante las partidas destinadas a ayudas de urgencia, como ya hubo que hacer en el ejercicio pasado, disminuyendo otras.

No hemos sido complacientes con nuestras enmiendas ni nos hemos dejado llevar por la demagogia. Al revés hemos sido rigurosos y austeros, sabiendo que el dinero sobre el que decidimos no es nuestro, sino de los ciudadanos.

Es por eso que hemos recibido críticas desde muchos frentes. Es lamentable que muchas de las reivindicaciones formuladas en torno al presupuesto municipal se resuman con esta expresión: “¿Qué hay de lo mío?”.

Hemos destinado mucho de ese dinero de subvenciones destinadas a sectores no productivos ni especialmente necesitados a mejoras en los barrios, a obras en los colegios, al camino de la Fuente de la Junquera, a la conclusión de la calle López Saz entre Oliver y Miralbueno, a la Avenida Cataluña, al campo de fútbol de Movera, al Centro Cívico Hispanidad…


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Hemos priorizado las obras de Zamoray-Pignatelli sobre las del entorno de la Iglesia de San Ildefonso (más conocida como Iglesia de Santiago). Hemos pedido y obtenido que se aumenten las ayudas para el pago de tributos y tasas a las personas necesitadas, la bonificación de la tarjeta bus a los jubilados…

Quizás sea por cosas como estas por lo que en las recientes elecciones catalanas se ha comprobado que nos vota un mayor porcentaje de ciudadanos de rentas bajas que a los propios partidos de izquierdas. La imagen de aquel famoso obrero del Pladur que votaba a VOX no es anecdótica, sino muy frecuente.