Cascadas, una vegetación exuberante, el otoño que comienza a mostrar sus colores, una temperatura agradable… Si estás buscando una escapada cerca de Zaragoza para disfrutar de unos Pilares alternativos, el Monasterio de Piedra se convierte en una opción estupenda y al alcance de todos.

Situado en Nuévalos, a poco más de una hora y media, el Monasterio de Piedra se ha consolidado como un destino preferente para hacer una excursión y disfrutar de un paraje natural único ya sea con la familia y los peques, o con un grupo de amigos.

El recorrido por el Parque del Monasterio de Piedra está cuajado de sorpresas y de bellísimo rincones que sorprenden a cuantos lo visitan. Durante el recorrido por el parque, una cómoda red de senderos y caminos nos permite contemplar la riqueza natural de la zona. Entre árboles centenarios, se van descubriendo una sucesión de grutas, arroyos y cascadas alimentadas por las aguas cristalinas del río Piedra.

Monasterio de Piedra
La gruta Iris es uno de los grandes atractivos del jardín histórico / Monasterio de Piedra

Durante el recorrido, sorprende el contraste entre la fuerza del agua en la primera parte del parque, con las cascadas La Caprichosa o de la Cola de Caballo, y la tranquilidad del Lago del Espejo, un auténtico remanso de paz y tranquilidad que invita a la desconexión.

UN HOTEL EN EL ANTIGUO MONASTERIO

El hotel cuenta con espacios tan impresionantes como la escalinata renacentista / Monasterio de Piedra

En caso de que quieras alargar las visita y hacer noche antes de volver a vivir con fuerza las Fiestas del Pilar, puedes pernoctar en el hotel situado en el interior del antiguo Monasterio Cisterciense, en un viaje por el tiempo muy especial al conjugar la historia y el arte cisterciense con las comodidades más actuales.

Sus instalaciones te trasladarán a tiempos lejanos; desde el claustro del siglo XIII a los pasillos abovedados, la sala de «La Biblioteca» o la impresionante escalinata renacentista. A la hora de alojarte, podrás dormir en las habitaciones instaladas en las antiguas celdas de los monjes, todas con vistas a la entrada del Monasterio o al antiguo claustro.

Y para que la desconexión sea total, la experiencia puede completarse con una visita al spa, un espacio de más de 500 metros que ha sido diseñado para disfrutar de las sensaciones de la luz, del sonido y del agua, con diferentes espacios y salas bajo bóvedas medievales que esconden sorpresas sensitivas y relajantes.