Olite es un destino ideal para hacer una escapada tanto si estás pasando el verano en Zaragoza, como si estás de vacaciones en el Pirineo, ya que esta localidad, situada a 45 kilómetros de Pamplona, está a tan solo 144 km de Zaragoza y a 116 km de Jaca.

Si te decides a visitar esta villa navarra, descubrirás un casco urbano de calles empedradas, con regios caserones, imponentes iglesias y un castillo de cuento declarado Monumento Nacional en 1925 y que fue corte de los reyes de Navarra.

EL PALACIO REAL DE OLITE

Olite
El castillo de Olite fue corte de los reyes navarros / Visit Navarra

El palacio real de Olite se construyó en estilo gótico sobre una fortaleza del siglo XIII, con clara influencia de la arquitectura francesa y de la decoración mudéjar. Para conseguir esa maravillosa mezcla, el rey Carlos III El Noble hizo que los encargados de la obra le acompañaran a Francia y a Castilla para conocer los palacios más hermosos. En sus murallas llegó a cultivarse un jardín colgante, y en sus patios vivían leones, aves, búfalos, camellos o jirafas. Además de fiestas y torneos de caballería, llegaron a celebrarse corridas de toros.

En la actualidad, el castillo de Olite tiene dos partes diferenciadas. Por un lado, el Palacio Viejo, que en la actualidad acoge un Parador Nacional, y por otro, el Palacio Nuevo, que puede contemplarse gracias a la restauración acometida en la década de los años 30 tras el incendio provocado en la Guerra de la Independencia. Durante la visita podrás conocer las cámaras reales, torres como la del Homenaje (la más alta y espectacular), la de las Tres Coronas, o la de los Cuatro Vientos, el pozo del hielo, o los jardines.

UN CASCO HISTÓRICO REPLETO DE TESOROS

Qué ver en Olite
La plaza de Carlos III, epicentro de Olite / Visit Navarra

Una vez que hemos salido del palacio real, es el momento de perderse por el casco histórico de Olite. Para empezar, no hay que perderse la plaza de Carlos III el Noble, la más importante de Olite. De aspecto medieval, en uno de los extremos está el propio palacio Real, y entre otros edificios, hay que destacar el ayuntamiento, la Torre del Chapitel (era una de las puertas de acceso de la muralla), y las Galerías Medievales (donde se puede ver una expo que nos permitirá conocer la vida en la corte navarra). Si te apetece, puedes tomarte algo en cualquiera de las terrazas que hay en esta plaza.

Cruzando la Torre del Chapitel podemos visitar la iglesia de Santa María la Real. Situada en la plaza Teobaldos, este templo es uno de los mejores ejemplos del gótico en Navarra. Y en su interior se celebraban las ceremonias más solemnes de la corte. No hay que perderse su preciosa portada con una exuberante decoración vegetal, el gran rosetón del segundo arco ojival, o el retablo mayor, de estilo renacentista.

En esa misma plaza está el Museo del Vino, Enozentrum. Se sitúa en un edificio histórico del siglo XVII, y te permitirá conocer los procesos de elaboración del vino y la tradición vinícola. Hay que tener en cuenta que en Olite, considerada la capital del vino de Navarra, se han descubierto bodegas de la época romana. Como complemento a la visita al museo, también puedes acercarte después a cualquiera de las bodegas que hay en el entorno de la villa.

Olite
Olite es la capital del vino en Navarra / Visit Navarra

Tampoco podemos perdernos la visita a la iglesia de San Pedro. Este templo del siglo XII se levanta en la plaza del Fosal, y cuenta con una torre gótica de más de 50 metros coronada por una aguja octogonal. Entre sus muros podemos ver elementos románico, góticos y barrocos.

Desde la plaza de San Pedro, y atravesando la plaza de El Fosal, podemos pasear por la Rúa Hospital hasta encontrarnos con la plaza de San Antón, un enclave en el que se levanta el Monasterio de Santa Clara. En este convento se atendían a los peregrinos del Camino de Santiago. La iglesia es del siglo XIII, aunque el aspecto actual se debe a las reformas de los siglos XVII y XVIII.

Desde allí, podemos acercarnos a ver la muralla de la villa, y siguiendo por la Rúa Alcalde de Maillata, la Rúa Romana y la Calle de la Estación, llegaremos al Convento de San Francisco; un convento del siglo XV que fue reformado en el XVIII. La leyenda cuenta que este centro monástico fue fundado por San Francisco de Asís mientras realizaba la peregrinación a Santiago de Compostela.