En esta Zaragoza que históricamente ha devorado sus locales comerciales sin compasión y los ha transformado borrando cualquier rastro de su pasado, es de agradecer que alguien tenga la sensibilidad de conservar y modernizar un negocio respetando el pasado. Y eso es justamente lo que ha pasado en la histórica Cafetería Santiago.

Situada en la esquina de la calle Alfonso I con la plaza del Pilar, y con vistas a la Basílica, esta cafetería que es propiedad del Grupo Vaquer desde 2013 es una joya vintage gracias a su fachada, a los mármoles o al acero tan presente en todo el local, sin olvidarnos de ese magnífico mural de Galdeano que luce en su interior desde 1971.

Ahora, este local icónico por el que han pasado miles de zaragozanos y de peregrinos en su visita al Pilar luce de nuevo espectacular tras una reforma que lleva la firma de Estudio Vanguardia. La cafetería cerró sus puertas después de Navidad para comenzar esa transformación que pretende actualizarlo, pero sin perder los orígenes.

La reforma combina la conservación de elementos históricos con elementos que aportan personalidad y modernidad

Los cambios ya se ven desde fuera. Su espectacular fachada setentera ha sido pintada de rojo, conservando la tipografía tan de moda en los 70. Y en el interior, se combina el respeto por los elementos característicos que daban sabor al local, a la par que se ha modernizado para darle fuerza y sofisticación.

«En Estudio Vanguardia somos muy emocionales, en nuestros proyectos nos gusta contar siempre una historia, centrarnos en la trayectoria del restaurante, porque no todos los restaurantes son iguales, ni tienen el mismo tipo de clientela. En este caso, el proyecto ha girado en torno a la vuelta a Santiago, a sus orígenes, a ser un local que está en zona de peregrinaje, de gente que viene, pasa, se va, vuelve… De ahí la idea de Vuelve Santiago» explica Javier, socio del estudio junto a Angélica.

El mural de Galdeano de los años 70 ha sido conservado

Para crear la envolvente y entroncar con esa filosofía que marca Santiago como zona de peregrinaje, el local se ha vestido de rojo, con la intención de dar a la cafetería ese punto eclesial que ha marcado su trayectoria. También la zona abovedada que hay sobre la barra, con forma de media caña, se ha llenado de miles de flores gracias a un colorido papel pintado que intenta simular el techo de la nave de una iglesia, recordando a la «pintura florentina», señala Javier.

En el interior también se han conservado los mármoles de la barra, el acero inoxidable, y por supuesto, el mural de Galdeano. «Queríamos conservar el mural, y con la reforma, le hemos dado más protagonismo para que luzca todavía más, ya que es uno de los signos distintivos del local», explica Luis Vaquer, uno de los socios del grupo que también explota los restaurantes Tajo Bajo, La Flor de Lis y El Español.

Además del cambio del color y de la conservación de elementos originales, el local también incorpora novedades para mejorar el confort de los clientes, como un suelo vinílico con efecto textil que amortigua los golpes en caso de que caigan al suelo tenedores o vasos, reduciendo al máximo el sonido. Elementos como las luminarias italianas ayudan a reforzar ese cambio estético y de confort.

Pero los cambios en este lugar emblemático de la hostelería zaragozana no se reducen solo a la parte estética. La parte gastronómica también va a verse renovada. «La oferta gastronómica se va a volver más sofisticada para acompañar la transformación física del local. El nuevo Santiago se va a plantear más en plan vermutería, con una barra de pinchos de calidad, gildas, ensaladilla en tarritos…» explica Marcos Vaquer. Los clientes de Vuelve Santiago también encontrarán raciones, montaditos o las imprescindibles croquetas. Entre ellas, de jamón, bacalao, y una de las croquetas estrella del Grupo Vaquer, la croqueta de borraja.