Ramiro I, Alfonso I El Batallador, Jaime I El Conquistador, Pedro IV El Ceremonioso, Fernando El Católico… Dentro de la estirpe de los reyes aragoneses, siempre hay unos cuantos monarcas que aparecen de forma recurrente en nuestro imaginario colectivo.

Pero en esa larga nómina de monarcas, hay muchos más nombres. Algunos, tan importantes como Alfonso II, apodado como El Casto. ¿Y por qué fue importante este rey aragonés? Porque representó la unión dinástica del reino de Aragón y del Condado de Barcelona, convirtiéndose de facto en el primer rey de la Corona de Aragón.

Alfonso II nació en marzo de 1157 en Huesca, siendo hijo de la reina Petronila de Aragón y del conde de Barcelona Ramón Berenguer IV. Fruto de esa unión, Alfonso El Casto fue el primer monarca que unió el título de rey de Aragón y el de Conde de Barcelona. Su madre no pudo reinar al ser mujer, y estaba bajo la custodia de su padre, Ramiro II, pero sí que transmitió a su hijo los derechos dinásticos. Y su padre, nombrado por Ramiro II príncipe de Aragón, aportó la casa condal barcelonesa.

Alfonso vivió sus primeros años en la ciudad que lo vio nacer, quedando huérfano de padre con tan solo cinco años. Comenzó así una etapa marcada por los intentos de quienes pretendían tutelarle y manejar los destinos del reino. Entre ellos, Fernando II de León.

Con las presiones y el rechazo de buena parte de la nobleza aragonesa, se siguió la voluntad de su padre: el conde de Barcelona y príncipe de Aragón, había encomendado a sus hijos a Enrique II de Inglaterra, y tras la renuncia de Petronila en 1164 para transmitir los derechos reales de Aragón y condales de Barcelona a Alfonso, se creó así un consejo de regencia conformado por nobles y eclesiásticos tanto de Aragón como de Cataluña. Ese mismo año, Alfonso juró como rey de Aragón.

Cuando cumplió la mayoría de edad a los catorce años, se comenzó a debatir en el consejo regente las posibilidades matrimoniales para el joven monarca con el fin de establecer nuevas alianzas que beneficiaran a la monarquía aragonesa.

Tras dos intentos de entablar matrimonio con Portugal y Bizancio, finalmente Alfonso casó en Zaragoza en 1174 con Sancha, hermana y tía respectivamente de los reyes de León y Castilla.

Fruto de ese matrimonio, Alfonso y Sancha tuvieron varios hijos. Entre ellos, Pedro, que sería rey de Aragón, conde de Barcelona y conde del Rosellón, Fernando, que sería abad de Montearagón, o Constanza, casada primero con el rey Aimerico de Hungría y después con Federico II de Sicilia, emperador del Sacro Imperio Alemán desde 1220.

La reina Sancha fue la fundadora del monasterio de Sijena, tan importante en siglos posteriores para la familia real aragonesa.

Durante el reinado de Alfonso II se produjo la fundación de Teruel / HA

En el ámbito militar, siguiendo la tradición expansionista de sus antecesores, este rey aragonés prosiguió con la consolidación del reino expandiéndose por la extremadura aragonesa, donde fundó la villa de Teruel en 1771 en el lugar en el que sus tropas vieron una estrella sobre un toro según cuenta la leyenda.

También dotó a esta villa de un fuero para favorecer la repoblación, conquistó Valderrobres en 1169, y fundó las encomiendas templarias de Cantavieja, Aliaga o Castellote. Con estas conquistas, Alfonso II tenía puesto el objetivo en la expansión hacia Valencia, algo que no pudo llegar a realizar por su prematura muerte. De hecho, llegó a pactar el reparto del reino de Valencia con Castilla.

Asimismo, participó en la reconquista de Cuenca en 1177 junto con Alfonso VIII de Castilla. A cambio de participar en esa campaña, Alfonso pudo liberararse del compromiso de vasallaje que los reyes aragoneses tenían ante monarcas castellanos desde Ramiro II a causa de la titularidad del reino cesaraugustano.

También tuvo su mirada puesta en el sur de Francia, donde tuvo enfrentamientos continuos con los condes de Tolosa a causa del control del marquesado de Provenza. En el sur de Francia tuvo que defender activamente los intereses de la Corona frente a los intentos de Francia de hacerse con este territorio, pese a que una mayoría de la nobleza occitana era vasalla de la monarquía aragonesa.

Gran parte de esa nobleza había abrazado el catarismo, una corriente religiosa considera herética por parte de la Iglesia Católica. En esta zona, obtuvo el vasallaje de varios señoríos feudales en el sur de Francia, como Foix, Carcasona o Bigorra, además de recibir la herencia del condado de Rosellón al morir sin herederos en 1172 el conde Geraldo.

En política exterior, además de una intensa actividad diplomática, destaca la alianza entre Alfonso II y Génova, que era una potencia comercial en el Mediterráneo. Además, su reinado marcó el inicio de una alianza entre Aragón, Portugal e Inglaterra, frente a la formada por Castilla, Francia y Escocia.

En 1192, recibió de la condesa Dulce de So el condado de Pallars, que quedó así vinculado a la corona aragonesa; quedando independiente tan sólo el condado de Urgel. Con esa consolidación en el sur de Francia, Alfonso II continuó con las políticas desarrolladas en esa zona tanto por la monarquía aragonesa como por la casa condal barcelonesa.

Además, Alfonso II El Casto se encargó de proteger la cultura, cultivando y siendo mecenas de poetas y de la lírica trovadoresca. El propio monarca escribió alguna obra en provenzal dedicada al amor cortés. Y fue llamado El Casto porque al contrario de la costumbre de la época, solo mantuvo relaciones con su mujer, doña Sancha, y no con otras mujeres de la corte.

El monarca murió en Perpiñán a los treinta y nueve años de edad, después de treinta y tres años de reinado. Y fue el primero en hacerse enterrar en el monasterio cisterciense de Poblet, nuevo panteón real de la familia de los Aragón.