Decenas de miles de aragoneses veranean en Salou y en el resto de localidades de la Costa Dorada tarraconense. Además de las playas, los paseos al caer la tarde o las visitas a Port Aventura, el sur de Tarragona ofrece muchas alternativas para los que quieren algo más que sol y playa, o para visitar en esos días en los que el cielo se nubla.

Desde el Delta del Ebro a Reus, la capital del modernismo y del vermut, esta zona de Tarragona tiene mucho que ofrecer. Incluyendo un monasterio que alberga uno de los panteones reales de la monarquía aragonesa: el monasterio de Poblet.

El Real Monasterio de Santa María de Poblet se encuentra en el municipio de Vimbodí, además de ser una de las abadías cistercienses más importantes de Europa, está magníficamente conservada ya que, salvo determinados periodos de tiempo, siempre ha estado habitado por monjes.

El primer monasterio fue patrocinado por Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona y esposo de Petronila, reina de Aragón. El conde de Barcelona y príncipe de Aragón entregó el cenobio a los monjes bernardos de la abadía de Fontfroide en 1149. El monasterio fue creciendo con el apoyo de la nobleza y de los sucesivos reyes de Aragón.

Fue Pedro IV El Ceremonioso el monarca que decidió abandonar el panteón real del monasterio de Santes Creus, y ordenó construir en 1340 el nuevo panteón real de la casa de los Aragón en Poblet. hasta finales del siglo XV.

Las tumbas reales tuvieron que ser reconstruidas tras ser saqueadas durante la desamortización de Mendizabal / Monasterio de Poblet

El panteón fue construido en el crucero de la iglesia del cenobio, y sobre las arcadas, se encuentran las tumbas de seis reyes de Aragón, acompañados de seis reinas. Además, fuera de estas arcas, hay enterrados otros dos reyes, además de varios príncipes y miembros de la familia real, hasta completar 16 yacentes.

Entre los monarcas enterrados en Poblet, se encuentran Alfonso II El Casto, Jaime I El Conquistador, Pedro IV El Ceremonioso (acompañado de sus tres esposas, María de Navarra, Leonor de Portugal y Leonor de Sicilia. Más tarde se añadieron los enterramientos de Juan I El Cazador, (junto a sus dos esposas, Marta de Armagnac y Violante de Bar), Fernando I de Antequera, junto a la reina Leonor, y Juan II el Grande, acompañado de su segunda mujer, Juana Enríquez. Fuera de los arcos se encuentran los restos de Martín I El Humano y Alfonso V El Magnánimo.

LA ARQUITECTURA DEL MONASTERIO

La construcción de este cenobio comenzó en el siglo XII, y desde aquel momento, las sucesivas generaciones de monjes, nobles y reyes fueron ampliando el recinto en estilos que van desde el románico y el gótico al renacentista o el barroco. Aún así, y pese a esa sucesión de estilos, la armonía reina en todo el monasterio, gracias a las directrices estéticas de la orden del Cister. En 1991 fue declarado por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.

​Entre los elementos más destacados del Real Monasterio, destacan especialmente la iglesia, que sigue el estilo de la regla cisterciense, En ella, destaca el retablo renacentista de alabastro del altar mayor, creado por el Damián Forment (autor de retablos como el alta mayor de la Basílica del Pilar, el de la catedral de Huesca, o los de las iglesias de San Pablo y San Miguel de Zaragoza).

También destaca la capilla gótica de San Jorge, mandada edificar por Alfonso V el Magnánimo en el siglo XV en acción de gracias por la conquista de Nápoles en 1442, el claustro mayor o la puerta real, una espectacular construcción gótica con dos torres octogonales.