En Épila, lo que en teoría es una tranquila localidad aragonesa, es un municipio donde las oleadas de delincuencia se suceden cada dos por tres. La preocupación y el temor entre sus habitantes es una constante.

Desde el inicio de este año, la Asociación de Vecinos de Épila ha contabilizado no menos de 28 incidentes delictivos, una cifra alarmante que ha impulsado a la entidad a demandar acciones inmediatas para frenar este repunte delictivo que se viene intensificando desde finales de enero.

Febrero fue particularmente duro para la comunidad, con 17 incidentes registrados, sumándose a los 30 robos documentados entre el 4 y el 31 de diciembre del año pasado. «Esto no hay quien lo pare», lamenta José Alfredo Polo, presidente de la asociación vecinal, reflejando un sentimiento de impotencia y preocupación generalizada.

El espectro de delitos es amplio y va desde robos de cobre, vehículos y tractores, asaltos a centros educativos y establecimientos públicos, hasta actos vandálicos severos como incendios intencionados, roturas de puertas y vandalismo vehicular. Un caso particularmente indignante fue el robo de un tractor que, tras ser sustraído, fue encontrado quemado en una escombrera.

La situación ha escalado a tal punto que los vecinos reportan sentirse «hartos», «atemorizados» y, en algunos casos, presas del «pánico». Ante este panorama, la Asociación de Vecinos ha solicitado una reunión con Fernando Beltrán, delegado del Gobierno en Aragón, con el fin de exigir no solo un aumento en la presencia de la Guardia Civil, sino también la implementación de medidas innovadoras como la vigilancia mediante drones y la expansión del sistema de videovigilancia.

El ayuntamiento, por su parte, coincide en la necesidad de reforzar la seguridad, destacando la «escasa» presencia de efectivos de la Guardia Civil en el municipio. Sin embargo, otros vecinos reconocen la pasividad e incapacidad del alcalde Jesús Bazán por frenar esta delincuencia.

Esta situación de inseguridad no es nueva para Épila, que ya desde finales del pasado año ha sido escenario de una cadena continua de robos que han afectado tanto a residencias como a fincas agrícolas y otros establecimientos.

Épila se encuentra en un punto crítico, enfrentando una creciente ola delictiva que amenaza la cohesión y la tranquilidad de sus habitantes, y no tiene visos de mejorar. Los incendios, los robos múltiples, las peleas entre clanes no cesan y los vecinos ya no aguantan más.

La zona de Los Cabezos, donde se registran varios asentamientos irregulares y que son foco de delincuencia, sigue siendo un nido de problemas casi diarios. Así lo relataba José María Simón a HOY ARAGÓN en un artículo de Enrique Labiano: la quema de coches en plena calle, las peleas, el menudeo con droga ha generado desde hace años que esta zona del pueblo se convierta en una especie de «gueto» para algunos vecinos. «Si no eres de allí y vas a determinadas horas, podrías tener problemas», explicaban fuentes policiales en el citado artículo consultadas por HOY ARAGÓN.