La Diputación Provincial de Zaragoza ha hecho entrega este jueves de la medalla de oro de Santa Isabel de Portugal, su máxima distinción, al escritor y periodista Sergio del Molino, quien ha agradecido el reconocimiento a su manera, empleando el proverbial y estoico «hay que joderse», que tanto empleaba su abuelo, al que se acercó para comprender su apego a Bubierca, un esfuerzo que ha reivindicado para «la literatura, el debate público, la política y el periodismo».

Del Molino ha mostrado su sorpresa por el reconocimiento de la institución provincial y ha reconocido su condición de «extraño» e «intruso» a diferencia de su abuelo, un hombre «de raíces» al que se acercó para «comprender» su apego por el paisaje bilbilitano. Un empeño fruto de su impulso «obsesivo y cabezón» por comprender a los demás que ha repetido en cada uno de sus trabajos.

«La curiosidad por las vidas de los demás ha inspirado siempre mi labor. No puede haber literatura, ni debate público, ni política, ni pensamiento –ni, por su puesto, periodismo–si no nos empeñamos en comprender a los demás, por distintos y extraños que se nos aparezcan, por muy alejados que estemos de sus sentimientos y de sus razones», ha expresado en un pasaje de su discurso.

La ceremonia, celebrada en el salón de plenos de la DPZ, ha contado con la presencia de un buen número de autoridades, con el expresidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán, sentado en primera fila; además del vicepresidente primero de las Cortes, Ramón Celma; el consejero del Ayuntamiento de Zaragoza, Alfonso Mendoza, el presidente del TSJA, Manuel Bellido; las subdelagada del Gobierno en Zaragoza, Noelia Herrero; el presidente de la Audiencia Provincial, Alfonso Ballestín, el presidente de la Cámara de Cuentas, Jesús Royo, varios portavoces parlamentarios de las Cortes y diputados de la DPZ, entre otros muchos asistentes.

En su discurso, el presidente de la DPZ, Juan Antonio Sánchez Quero, ha alabado de Sergio del Molino «su dominio de la prosa, abrazada a un pensamiento crítico y un análisis lúcido y certero», que le ha llevado a ver traducidas sus obras a diferentes idiomas.

En ese sentido, la vicepresidenta de la DPZ, Teresa Ladrero, ha definido al galardonado como «uno de los mejores escritores de su generación» y un «zaragozano de vocación» pese a su origen madrileño, que vivió su infancia y juventud en el barrio de San José y, «pese a las múltiples ofertas profesionales recibidas, decidió establecerse en la capital aragonesa». Un lugar, que junto al resto de la provincia, son para Ladrero «un buen lugar para vivir».