Pese a su importancia al ser uno de los arquitectos más influyentes de la España de la primera mitad del siglo XX, la figura del arquitecto Antonio Palacios no tiene la proyección pública que debería.

Tiene obras por todo el país, aunque destacan especialmente las que construyó en Galicia, y sobre todo, en Madrid. A la capital española podría ser lo que Gaudí fue a Barcelona.

No en vano, Palacios construyó durante sus cuatro décadas de carrera profesional algunos de los edificios más icónicos de la capital, contribuyendo al cambio radical de Madrid.

La ciudad, sin su trabajo, no sería la misma que conocemos en la actualidad. En su larga lista de obras, podemos encontrar desde el Palacio de Correos y Telecomunicaciones en la Plaza de Cibeles (el actual ayuntamiento) al Círculo de Bellas Artes en la calle Alcalá.

El Palacio de Cibeles lleva la firma de Antonio Palacios / Adrián Valverde

El edificio de las Edificio de las Cariátides, sede del Instituto Cervantes, o el Banco Mercantil e Industrial (actual sala de arte contemporáneo Sala Alcalá 31) en la misma calle también llevan su firma, al igual que los templetes y monolitos que daban acceso a las estaciones de la red de Metro de Madrid, de la que también construyó varias estaciones y las cocheras, tristemente desaparecidas.

También diseñó el icónico logotipo del suburbano madrileño. El templete de Gran Vía, y algunos de los monolitos, como el de Cuatro Caminos, han sido reconstruidos recientemente para alegría tanto de los amantes de la arquitectura como de los fans de Palacios.

En su carrera también construyó edificios residenciales, hoteles y grandes almacenes, siguiendo las directrices de la Escuela de Chicago.

EL EDIFICIO DE ANTONIO PALACIOS EN ZARAGOZA

Palacios construyó un edificio residencial / Sara Lugo – Patr. Cultural de Aragón

La capital aragonesa también tiene un edificio firmado por Antonio Palacios en la que fue una de las avenidas más hermosas de la ciudad antes de que buena parte de los impresionantes edificios que se levantaban en el bulevar fueran derribados: el Paseo de Sagasta.

Por suerte, entre los edificios que se han salvado de la destrucción está el que Palacios construyó en el número 37 de esta avenida zaragozana.

El arquitecto gallego proyectó este edificio de viviendas para Gregorio Ginés en 1910 que sigue una composición arquitectónica de carácter eclecticista que contiene elementos ornamentales modernistas, conformando uno de los escasos ejemplares de arquitectura zaragozana dentro del eclecticismo de influencia vienesa, con detalles próximos al naturalismo art-nouveau.

El edificio forma parte del tránsito y renovación en la arquitectura zaragozana tras el momento cumbre alcanzado por el modernismo zaragozano en la Exposición Hispano Francesa de 1808.

En la fachada, enmarcada por dos torreones laterales retranqueados, destaca la entrada en arco carpanel, con una cerrajería que combina elementos florales con guirnaldas de hojas y cabezas de león. En las plantas superiores, hay una combinación de distintos tipos de arco y dinteles en balcones y miradores que animan y dan vida a la fachada.

El edificio tiene cinco plantas más sótano y un ático retranqueado. En cada planta hay dos viviendas, mientras que la parte central está ocupada por la caja de la escalera. La estructura del edificio se realizó a base de muros de carga de ladrillo macizo, pilares de hierro fundido y vigas metálicas.

El edificio, rehabilitado a finales de los años 80 del siglo XX, fue declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento en 2002 por el Gobierno de Aragón.