Zaragoza es una ciudad repleta de sorpresas. Más allá de la Basílica del Pilar o de la Seo, basta con perderse por sus calles para encontrarse con iglesias llenas de arte, palacios renacentistas testigo del los momentos de esplendor de la ciudad, cuando la capital aragonesa era considerada la Florencia aragonesa.

Si nos encaminamos hacia la Magdalena, y tras atravesar el Coso, llegaremos a uno de los rincones más pintorescos de la ciudad: la plaza de San Nicolás. Allí, nos encontramos con la iglesia dedicada a este santo, y el convento del Santo Sepulcro.

700 AÑOS DE HISTORIA

Traspasar las puertas de este monasterio es como retroceder varios siglos de golpe. No en vano, este centro monástico situado junto a uno de los lienzos de la muralla romana tienen siete siglos de historia a sus espaldas. Antes de empezar la visita, debemos saber que este convento habitado por las madres canonesas del Santo Sepulcro se fundó un 13 de mayo de 1306, cumpliendo la voluntad de la fundadora, doña Marquesa Gil de Rada, viuda del primer Señor de Híjar, don Pedro Fernández de Híjar.

Las obras del monasterio, también conocido como monasterio de la Resurrección, se prolongaron durante todo el siglo XIV, gozando de la protección de los reyes de Aragón, del obispo de Zaragoza don Lope Fernández de Luna, y de fray Martín de Alpartir, canónigo del Santo Sepulcro de Calatayud y tesorero del arzobispo de Zaragoza, quien ejerció una importante labor de mecenazgo al patrocinar unas obras que permitieron finalizar las obras del Monasterio comenzadas, el claustro, el refectorio, la bodega, la cocina y la solería de sala capitular.

Los más de 700 años de historia de este monasterio son testigo fiel de la historia de Zaragoza, y también de todos los estilos artísticos que han ido pasando por la ciudad, aunque el mudéjar es el estilo predominante en el edificio. El monasterio fue declarado Monumento Nacional en 1893, Bien de Interés Cultural en 2002 e incluido en la lista genérica de Monumentos Mudéjares de Aragón considerados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2001.

Por suerte, y aunque el monasterio fue un elemento clave en la defensa de la ciudad durante los Sitios de Zaragoza, podemos contemplar el conjunto monumental y realizar visitas turísticas que nos permiten una vuelta al pasado medieval de la ciudad.

Monasterio del Santo Sepulcro

El claustro mudéjar es una sorpresa para los visitantes / Ayto. Zaragoza

Entre los elementos que podemos admirar, destaca la recoleta iglesia del Santo Sepulcro (construida en los primeros años del siglo XIV, aunque el retablo es del siglo XV, con una imagen de Cristo Resucitado), o la Sala Capitular, a la que se accede desde la propia iglesia. Esta sala está cubierta por una bóveda de crucería simple, con nervios que descansan sobre columnas de piedra con capiteles de hojas de penca que posiblemente provienen de la mezquita mayor de la Saraqusta musulmana. Las bóvedas están recubiertas de pinturas mudéjares.

En la misma sala, descendiendo unos escalones, encontramos la cripta del Santo Sepulcro. Una cripta en la que se venera imagen policromada de Cristo yacente que data de los primeros años del siglo XVI.

El claustro es el epicentro de la vida conventual, ya que torno a él se distribuyen las distintas dependencias del monasterio. Al mismo se accede mediante un arco apuntado entre dos ventanas ajimezadas y con tracerías góticas. El claustro tiene forma rectangular y fue construido en ladrillo, con grandes arcos apuntados, galerías de ventanas y bóvedas de crucería simple con pintura mudéjar. Otros espacios de interés en la planta son el antiguo refectorio, una amplia sala rectangular cubierta por tres bóvedas de crucería simple y que fue reformada de forma parcial en 1560 o la bodega.

En la planta alta se encuentra el claustro alto, con columnillas góticas de piedra y capiteles tallados en piedra y con motivos vegetales, y una galería de ventanas en forma de arco apuntado cerradas por vidrieras emplomadas. En esta planta encontramos también el antiguo dormitorio, de origen medieval, y el refectorio nuevo, construido a comienzos del siglo XVI. Allí, destaca su espectacular chimenea, además del mobiliario original.

La iglesia de San Nicolás, con fachada a la calle del mismo nombre, tiene su origen en 1133 durante el reinado del rey Alfonso I El Batallador, aunque el viejo templo románico fue sustituido en el siglo XVI por un templo mudéjar. En el siglo XVII, el templo sufriría una gran transformación, que junto a las reparaciones que el templo vivió tras la Guerra de la Independencia, le dieron su aspecto actual. Esta iglesia alberga el retablo de San Julián y Santa Lucía, un retablo realizado en pintura sobre tabla por Pedro Serra en estilo gótico italianizante, que es posiblemente el retablo completo más antiguo conservado en Zaragoza.

En el exterior, además de la fachada de la iglesia de San Nicolás, o los muros que se alzan aprovechando los lienzos de la muralla romana en la parte posterior, podemos también contemplar la fachada de inspiración ecléctica-medievalista que creó el arquitecto municipal Ricardo Magdalena en el siglo XIX entre San Nicolás y Don Teobaldo, levantada tras el hundimiento del dormitorio de la comunidad.

Si quieres conocer con mayor profundidad la historia de este recinto monástico zaragozano, se organizan visitas culturales libres y guiadas, cuyos horarios y precios puedes conocer en la web del monasterio.