La llegada del ferrocarril a las ciudades en el siglo XIX supuso una auténtica revolución tanto a nivel de comunicaciones como urbanístico al permitir desarrollar nuevas actividades en torno a las terminales ferroviarias. Zaragoza no fue una excepción.

Con la llegada de las primeras líneas férreas de compañías privadas, la capital aragonesa vivió una auténtica revolución urbana que conllevó la creación de nuevos barrios, el asentamiento de nuevas industrias e incluso de nuevos servicios que mejoraron la calidad de vida de los zaragozanos de finales del XIX.

A día de hoy, en la capital aragonesa tenemos una gran estación que centraliza todos los servicios ferroviarios de la ciudad, la estación de Delicias, complementada por las estaciones de cercanías, y en particular, de la estación de Goya, donde también paran trenes regionales y distancias medias.

Estaciones de tren de de Zaragoza
La estación del Norte en 1964 / Melcior Soler Cegarra – GAZA

Pero a finales del siglo XIX, la situación era muy distinta. No existía una estación central, sino que llegaron a existir hasta cinco grandes estaciones que servían a las distintas líneas férreas que se iba poniendo en marcha. Estas primeras estaciones, enmarcadas muchas de ellas en la tendencias academicistas que estaban de moda en la época, se levantaron fuera de la ciudad consolida, pero sin estar demasiado alejadas.

En esas primeras décadas de existencia del ferrocarril, se construyeron cinco estaciones ferroviaria en la ciudad de Zaragoza. De todas ellas, tan solo quedan dos. La primera, la Estación del Norte, pervive en la actualidad como centro cívico municipal y sede de la Junta de Distrito de El Rabal.

La estación del Norte es en la actualidad un centro cívico municipal / Ayuntamiento de Zaragoza

Esta estación se inauguró en 1861 para dar servicio a los trenes que llegaban desde Barcelona. En origen, la estación pertenecía a la Sociedad del Ferrocarril de Barcelona a Zaragoza, aunque años después pasó a la Compañía de Ferrocarriles de Zaragoza a Pamplona y Barcelona, y posteriormente, se integró en la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España. Y de ahí el nombre del edificio en la actualidad.

La estación llegó a ser una de las más importantes del país, hasta que en 1941 se creó RENFE, y desaparecieron las compañías privadas que habían desarrollado el ferrocarril en España. Desde ese momento, la estación comenzó a perder importancia, hasta que en 1973 Renfe centraliza sus operaciones en El Portillo.

La estación estuvo funcionando como estación de mercancías hasta la década de 1980. Y tras su clausura, se desmontaron las playas de vía y el Ayuntamiento de Zaragoza aprovechó el edificio para reconvertirlo en un centro cívico. El edificio que se conserva tiene planta rectangular con 100 metros de largo y dos pisos, y en tiempos, existía una gran marquesina que cubrías la vías.

La estación de Utrillas fue conocida como Estación de Cappa por el nombre de su constructor / Ayuntamiento de Zaragoza

La estación de Utrillas es la otra gran terminal zaragozana que todavía podemos ver en pie. Situada en Miguel Servet, hoy forma parte de un centro comercial Alcampo. Esta estación tuvo su origen en 1863, cuando el Estado hizo la concesión de la línea Zaragoza-Escatrón al ingeniero y diputado en Cortes León Cappa. De hecho, en esos primeros años la terminal se llamó Estación de Cappa.

Las obras se desarrollaron entre 1863 y 1865, creando una plaza trapezoidal formando un conjunto de corte academicista. El edificio principal ocupaba el frontal de la plaza y estaba destinado a los viajero, mientras que había dos edificios laterales (uno de ellos desaparecido), en los que había dependencias como oficinas y almacenes.

La estación del Santo Sepulcro daba servicio a la línea Zaragoza Madrid

La estación del Santo Sepulcro, situada en el entorno de la actual estación de El Portillo, también era llamada de Madrid o de la MZA. La estación fue inaugurada en 1896, y tiene un gran edificio de viajeros, además de cinco vías principales de 114 metros de longitud, y otras dependencias entre las que había cochera de locomotoras, o de carruajes.

Al fusionarse la compañía MZA con los Ferrocarriles de Tarragona a Barcelona y Francia (TBF), la estación debe adaptarse a su crecimiento y dar nuevos servicios. En torno a la estación se fueron instalando fábricas como la de Chocalates Orus. La fachada del edificio de la estación que se abría a las vías estaba cubierta por una marquesina sostenida por columnas para cubrir el andén principal.  La construcción de la parte metálica de la estación fue ejecutada en los cercanos talleres de Averly.

En el año 1967, la estación del Santo Sepulcro se convierte en la principal de la ciudad tras el cierre de las estaciones aledañas de Cariñena, Utrillas y Caminreal. La terminal estuvo en activo hasta que en 1972 se inaugura la estación de El Portillo para centralizar el tráfico ferroviario de la capital aragonesa.

La estación de Delicias o de Caminreal se construyó en estilo racionalista

En la actual estación de Delicias también existía una estación originaria, aunque de menor tamaño. Se llamaba estación de Delicias o Caminreal. El diseño y ejecución de esta estación fue realizado por el arquitecto Luis Gutiérrez Soto. El edificio se construye dentro del estilo racionalista, siendo inaugurado en 1932

La estación estuvo activa como terminal de pasajeros hasta que se inauguró El Portillo. Entonces, quedó como control de mercancías. Finalmente, fue abandonada, hasta que con la inauguración de la nueva estación de Delicias, el edificio se recuperó y se reconvirtió para acoger el control del tráfico de las líneas de alta velocidad.

El tranvía pasando frente a la estación de Cariñena en 190 / Colección Gerardo Alcañiz – GAZA

Cerca de la estación del Campo Sepulcro también estuvo localizada la estación de Cariñena, inaugurada en 1887. Concretamente, en el entorno de la calle Santander. La línea férrea entre la capital aragonesa y Cariñena surgió al calor de la producción de vino, pero tras distintas vicisitudes, el ferrocarril quedó fuera de servicio en 1933.

A mediados de los años 40 comenzó a transformarse la zona con la apertura de la calle Santander y la edificación de los primeros bloques residenciales de la zona. Y la vieja estación de Cariñena fue derribada para urbanizar la parcela y descongestionar esa zona del barrio de las Delicias.