La anhelada renovación de La Romareda, que parecía al alcance de la mano, se convierte en un nuevo fracaso. La reciente declaración del Real Zaragoza de no participar en el concurso público propuesto por el Ayuntamiento para obtener el terreno, desecha el proyecto del estadio de fútbol concebido por el arquitecto César Azcárate, quien lideró el equipo técnico de la consultora Idom.

Sin embargo, Azcárate no fue el único arquitecto que buscó dar forma al nuevo estadio. Antes que él, tres prestigiosos profesionales intentaron el desafío: Ricardo Bofill, fallecido, propuso un estadio en Valdespartera, cuyos terrenos ahora albergan un cuartel de la Guardia Civil. Fue en 2001, cuando gobernaban el PP de José Atarés y el PAR. En la oposición el PSOE se negó a la construcción del nuevo campo recalificando el suelo de La Romareda para la construir casi mil viviendas.

El arquitecto Carlos Lamela apostó en 2006 por la renovación en la ubicación actual, con el socialista Belloch en el gobierno, se propuso reformar el campo en la ubicación actual, proyecto al que tampoco se dió luz verde. Querían realizar una nueva Romareda con capacidad para 42.000 espectadores añadiendo un hotel o un centro comercial y restaurantes para financiar las obra. Curiosamente, este proyecto es muy similar al quue se plantea en la actualidad.

Unos años después, en 2008, Joaquín Sicilia imaginó un impresionante coliseo en Miraflores, San José. Con Belloch también a la cabeza, este proyecto fracasó debido a la crisis económica que golpeó a todo el mundo y por problemas con la gestión de los suelos, pese a que se diseñó un modelo sólido de financiación en el que se pretendía urbanizar la zona y brindar una zona comercial que conectara con el estadio.

Motivos económicos, políticos y legales frustraron todos estos proyectos. Ahora, la incertidumbre rodea el destino del estadio de La Romareda, y queda por verso si las autoridades y el club podrán encontrar un nuevo modelo jurídico y financiero para llevarlo a cabo. El diseño de Azcárate, concebido para la ubicación actual, prometía un estadio con capacidad para 42.000 espectadores y un presupuesto de 140 millones de euros.

En todos estos intentos, la falta de consenso político fue un denominador común, en una ciudad que claramente necesita un nuevo estadio, dado el estado de deterioro del actual. ¿Se logrará finalmente un proyecto de estadio en Zaragoza, o la ciudad está destinada a otro fracaso en este esfuerzo?