Este lunes 29 de abril marca el fin del periodo de reflexión anunciado por Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español, quien ha expresado la necesidad de decidir si continúa en su cargo. En una carta dirigida al pueblo español, Sánchez manifestó su urgencia por responder a la pregunta de si vale la pena seguir adelante.

La opción de convocar elecciones de manera inesperada, como hizo tras los comicios municipales del año pasado, no está en juego en este momento debido a las restricciones constitucionales. Según el artículo 115.3 de la Constitución, debe haber un período de 365 días entre elecciones. Por lo tanto, el lunes Sánchez no podría disolver el Parlamento.

Desde el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), importantes figuras han expresado su respaldo a Sánchez, cerrando filas en torno a su liderazgo. «Presidente, quédate. Estamos contigo», fue el mensaje más recurrente durante la celebración del Comité Federal del partido. Incluso críticos como Emiliano García-Page se han solidarizado con él, afirmando que «una querella falsa no puede derribar a un presidente del Gobierno».

No obstante, queda por ver si las muestras de apoyo convencerán a Sánchez de permanecer en el cargo. Entre las opciones que podría considerar al comunicar su decisión este lunes, destacan cuatro posibilidades.

La primera es continuar como presidente, apoyado por el respaldo de su partido, y concentrarse en respaldar a sus candidatos en las elecciones catalanas y europeas.

La segunda sería dimitir, cediendo su lugar a otros líderes políticos y dando inicio a un proceso de investidura según lo establecido en la Constitución. En caso de dimisión, todo el Gobierno continuaría en funciones hasta que se designe un nuevo jefe del Ejecutivo. Por lo tanto, estaría limitado en sus funciones y no podría legislar.

El Congreso sería responsable de elegir al nuevo presidente en un proceso similar al de una investidura después de las elecciones generales. El rey llevaría a cabo consultas con los líderes de los partidos representados en el Congreso y, después de escuchar sus opiniones, designaría un candidato.

El único caso de dimisión de un presidente en la democracia española es el de Adolfo Suárez (UCD) en 1981. Su partido propuso a Leopoldo Calvo-Sotelo como su sucesor, quien fue elegido presidente por el Congreso después de un debate de investidura interrumpido por el intento de golpe de Estado del 23F.

Una tercera opción es someterse a una votación en el Congreso para obtener el respaldo de la Cámara, evitando así la convocatoria de elecciones si logra una mayoría simple.

Por último, Sánchez podría anunciar la convocatoria de elecciones anticipadas, posiblemente para finales de julio, marcando la tercera vez que realiza esta medida durante su mandato.