Las bayas de goji, denominadas también como cerezas del Tíbet, están ganando popularidad en España y el mundo por sus múltiples beneficios para la salud. Originarias de Asia, particularmente de China, estas frutas han sido un componente esencial en la medicina tradicional de países como Vietnam, Japón y Corea, gracias a su rico perfil nutricional.

Estas pequeñas pero potentes frutas son una fuente concentrada de vitaminas A y C, antioxidantes, minerales y hierro, destacando por su capacidad para reforzar el sistema inmunológico debido a su alto contenido de zinc.

Comparadas con alimentos cotidianos, las bayas de goji superan en nutrientes a muchas frutas y verduras: contienen casi seis veces más vitamina C que las naranjas, igual cantidad de calcio que la leche y triplican el potasio presente en los plátanos.

Entre los numerosos beneficios para la salud asociados al consumo de bayas de goji, se incluye su capacidad para reducir el azúcar en sangre, lo cual es especialmente beneficioso para personas con diabetes o en riesgo de desarrollarla. Estudios sugieren que estos superalimentos mejoran la sensibilidad a la insulina y minimizan los picos de azúcar después de las comidas.

Además, su riqueza en antioxidantes como la vitamina C, la vitamina A, el zinc y diversos fitonutrientes, promueve una piel saludable y fortalece el sistema inmune. Las bayas de goji también contribuyen a la salud ocular, gracias a su contenido de vitaminas y antioxidantes específicos que protegen la retina y previenen enfermedades oculares.

Su aporte en fibra y nutrientes favorece la pérdida de peso al incrementar la sensación de saciedad, ayudando así a controlar el apetito y reducir la ingesta calórica. Tradicionalmente, estas bayas han sido valoradas por sus propiedades afrodisíacas y su capacidad para mejorar la salud sexual.

Las bayas de goji, además, poseen un efecto calmante sobre el sistema nervioso, reduciendo los niveles de estrés y ansiedad, gracias a sus antioxidantes y otros compuestos beneficiosos.

Su creciente popularidad en Occidente refleja un interés cada vez mayor en integrar superalimentos a nuestra dieta, reconociendo su valor no solo nutricional sino también terapéutico.