El orégano, el aguacate, el chucrut y la quinoa son algunos de los llamados «superalimentos» populares en la dieta moderna. Sin embargo, un reciente estudio publicado en la revista Plos One ha sorprendido a la comunidad científica al sugerir que los chicharrones o torreznos, un alimento tradicional español, podrían tener beneficios nutricionales insospechados.

Aunque a primera vista no parecen ser saludables, los chicharrones o torreznos, elaborados a partir de la piel de cerdo frita en su propia grasa, resultan ser ricos en ácido oleico, un ácido graso monoinsaturado beneficioso para la salud cardiovascular. Este hallazgo ha llevado a algunos investigadores a considerar el chicharrón como una fuente potencial de grasas cardiosaludables.

El estudio ha clasificado a los torreznos por encima de verduras como la coliflor, las espinacas y las zanahorias en términos de su contribución a objetivos nutricionales. Sin embargo, esta afirmación ha generado controversia entre los nutricionistas.

A pesar de su contenido en ácido oleico, los chicharrones son también una fuente de grasas saturadas, azúcares, sal y pueden contener aditivos perjudiciales para la salud, especialmente en sus versiones industriales o procesadas. Además, carecen de fibra, vitaminas y minerales esenciales.

Por otro lado, las verduras como la coliflor, la espinaca y la zanahoria aportan una amplia gama de nutrientes esenciales, incluyendo vitaminas, minerales y antioxidantes, fundamentales para la prevención de enfermedades cardiovasculares y cáncer.

Aunque el estudio sobre los chicharrones ha generado interés, la comunidad científica recalca la importancia de un consumo moderado y equilibrado de estos alimentos.

Se recomienda consultar con un especialista médico antes de incorporar el chicharrón en la dieta, especialmente para personas con perfiles propensos a enfermedades cardiovasculares.