La noche del último partido en La Romareda, donde el Real Zaragoza perdió 0-2 contra el Huesca, terminó con una carga policial para disolver a un grupo de aproximadamente 300 seguidores del equipo local. Los aficionados, que mostraron su descontento tras el encuentro, se congregaron cerca de la salida de los vestuarios y no mostraron intención de dispersarse.

Los incidentes comenzaron alrededor de las 22.15, casi dos horas después de la finalización del partido. Los seguidores, que esperaban desde las 20.30, mostraban un enfado significativo, con actitudes agresivas, insultos y conductas inapropiadas. Ante la falta de disposición para abandonar el lugar, las fuerzas de seguridad del Estado intervinieron.

Varias dotaciones policiales actuaron con firmeza, alejando a los hinchas del lugar. La intervención provocó carreras y algunos golpes con porras, aunque hasta el momento no se han reportado detenciones.

Varios jugadores del Real Zaragoza tuvieron que salir del estadio por puertas alternativas debido a la concentración de aficionados. El entrenador, Fran Escribá, esperó hasta que la situación se calmó para abandonar las instalaciones alrededor de las 22.20.

El malestar de los aficionados del Real Zaragoza se ha venido acumulando debido al pobre desempeño del equipo, que no ha logrado victorias en seis juegos consecutivos en casa (cuatro derrotas y dos empates). Además, el equipo solo ha obtenido 7 de los últimos 33 puntos posibles, lo que ha sumido al club en una grave crisis deportiva.