Valencia ostenta el título de la ciudad europea con la mayor cantidad de semáforos por habitante, quedando en segundo lugar a nivel mundial, solo detrás de Nueva York. Su población de alrededor de 800.000 habitantes se ve acompañada por 1.100 semáforos, lo que equivale a un semáforo por cada 727 personas en Valencia.

Esta cifra es el doble de la cantidad en Zaragoza y cinco veces más que en Bilbao. Contrasta con Madrid, donde hay un semáforo por cada 2.700 personas, y en Barcelona, ​​uno por cada 2.000, cifras notoriamente más bajas que las de la capital valenciana. Además, el tiempo promedio que los valencianos tienen para cruzar un semáforo es ciertamente breve.

Esta información proviene del libro «¿Cuánto sabes de la Comunidad Valenciana? Logros, méritos y registros extraordinarios», escrito por la periodista Marta Landete. El libro también menciona otros datos curiosos, como que la Comunidad Valenciana tiene la mayor concentración de sectas satánicas y que en Benidorm se encuentra el tobogán más alto de Europa.

Los semáforos, cruciales para la seguridad vial, pueden comunicar hasta dieciocho señales distintas y desempeñar un papel fundamental en el control del tráfico vehicular para garantizar la seguridad y la fluidez en las calles. En Valencia, la alta cantidad de semáforos está conectada a la protección de los peatones ya su seguridad, aunque para los conductores puede resultar incómodo. Entre los 1.100 semáforos en la ciudad, se encuentran diferentes tipos, como los acústicos, los de botón con cámaras infrarrojas y los paritarios. Todos estos están controlados por el Centro de Gestión de Tráfico del Ayuntamiento de Valencia, que maneja un sistema centralizado para ajustar en tiempo real los semáforos según las condiciones del tráfico.

El primer semáforo de Valencia se instaló en la Plaza de la Reina en 1930, regulando el tráfico con la calle San Vicente. Operado manualmente por un guardia urbano, llegó a la ciudad cuatro años después de la instalación del primer semáforo en Madrid.