Al margen de los informes de peritos y expertos que ahora están poniendo en duda la estabilidad de esta calle, en pleno centro de la capital turolense, los vecinos viven el paso de los días intentando recuperar sus vidas.

Y sus vidas son sus recuerdos. Los bienes más preciados ahora no suelen ser los más caros ni difíciles de encontrar. Lo primero que los vecinos hicieron tras salir precipitados de sus casas fue pedir al Ayuntamiento que no «limpiase» ni desescombrase la zona del derrumbe. Por un lado, para evitar la pérdida de pruebas que pudiesen llevar al por qué, y por otro por recuperar una parte de lo perdido, de esas cosas, esos objetos que han formado parte de sus vidas.

«No es solo un oso», decían en las redes sociales de la Plataforma de Afectados de la Calle San Francisco. Un peluche que muchos hemos podido ver a lo largo de los últimos días en imágenes. Un gran oso que yacía entre las ruinas y escombros de las casas, hasta hace bien poco, de 21 familias turolenses.

Ese oso de peluche es ya un emblema, una señal de identidad de todos esos vecinos que de la noche a la mañana perdieron sus casas. «La familia que tenía el oso, el cual ha salido en muchas imágenes de medios de comunicación, ha podido recuperarlo», explicaban en un Tweet desde la Plataforma.

UN SÍMBOLO DE ESPERANZA

«Para los vecinos del número 21 significa la esperanza de poder ir recuperando parte de sus recuerdos», relatan en las redes sociales. Un simple peluche se ha convertido en un símbolo de lucha, de resistencia, de persistencia en la lucha de una forma de vida que perdieron en unos minutos y que no van a cejar en el empeño de recuperar.

Es tan solo un objeto de muchos que quieren volver a guardar entre sus pertenencias para iniciar una nueva vida, quien sabe si en la misma calle o cerca de donde vivieron los últimos años. En ese Tweet explican a los lectores que les sienten cerca y agradecen el apoyo de cientos