En el siglo XVII, durante la segunda guerra civil inglesa, la lucha entre parlamentaristas y realistas dividió a Inglaterra. Los realistas, liderados por Oliver Cromwell, refugiaron su Marina en las Islas Sorlingas, gobernadas por Sir John Grenville, un partidario realista. Por otro lado, los parlamentaristas contaban con el respaldo de la Marina de los Países Bajos.

La Marina Real Británica, desde las Sorlingas, hostigaba a los parlamentaristas, actuando prácticamente como piratas. En respuesta, la Marina de los Países Bajos atacó, pero tras sufrir derrotas, intentaron una victoria diplomática. El almirante neerlandés, Maarten Harpertszoon Tromp, exigió indemnización por daños, desencadenando así una declaración de guerra contra las Islas Sorlingas en 1651.

Sin embargo, poco después de la declaración, los realistas se rindieron ante los parlamentaristas, y los Países Bajos, aliados de estos, retiraron su flota. La guerra quedó olvidada entre celebraciones y victorias, sin tratados de paz que la cerraran.

El descubrimiento y fin de la guerra más larga

En 1985, Roy Duncan, presidente del Consejo de las Islas Sorlingas, descubrió la declaración de guerra de 1651 aún vigente. Sin tratados ni rendiciones, la guerra permaneció en el olvido. Duncan contactó al embajador neerlandés en Inglaterra, confirmando la situación en los archivos neerlandeses.

El 17 de abril de 1986, el embajador y Roy Duncan firmaron un acuerdo de paz, poniendo fin oficialmente a la Guerra de los Trescientos Treinta y Cinco años, la más larga de la historia, caracterizada por su peculiaridad de ser una «guerra pacífica» olvidada.