Experimentar la majestuosidad de las auroras boreales se clasifica como una vivencia inolvidable, siendo uno de los fenómenos atmosféricos más extraordinarios que un individuo puede presenciar.

Aunque estas maravillas se manifiestan en el cielo nocturno, su origen radica en la interacción entre partículas cargadas provenientes del sol y la magnetosfera terrestre. Los meses óptimos para contemplar este espectáculo van de octubre a marzo.

La observación de las auroras boreales se considera imperdible en la vida. Según la explicación de la Agencia Espacial de Canadá, estas se producen cuando partículas cargadas, como electrones y protones, chocan con gases en la atmósfera superior de la Tierra, generando destellos que llenan el cielo con una luz colorida. La secuencia de miles de millones de destellos da la impresión de que las auroras se desplazan o «bailan» en el firmamento.

Generalmente, esta experiencia se disfruta en países del hemisferio norte, tales como Alaska, Canadá, Finlandia, Islandia, Groenlandia o Suecia. A pesar de ello, España ha tenido la oportunidad de presenciar este fenómeno en lugares como Cáceres en abril pasado y nuevamente el pasado domingo 5 de noviembre a las 21:57 horas.

Para apreciar las auroras boreales en la Península Ibérica, es necesario alejarse de la contaminación lumínica y ubicarse en regiones del norte, como Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco o Navarra. Aunque su observación puede presentar dificultades, el meteorólogo José Miguel Viñas asegura que no es imposible, especialmente para aquellos que residen a orillas del Cantábrico, donde, en promedio, se puede avistar casi una aurora al año.