Ahora que llega el verano y que todos queremos escapar de la ciudad, los destinos rurales se convierten en lugares privilegiados para huir del calor y desconectar del estrés del día a día. Por suerte, Aragón está repleto de destinos interesantes para hacer esas escapadas. Desde las comarcas más al norte, entre las montañas del Pirineo, con hoteles como El Mirador de los Pirineos o el hotel de la estación internacional de Canfranc, a las siempre atractivas comarcas de Teruel.

Precisamente, en Teruel, y más concretamente en Monreal del Campo, abre sus puertas El Molino, un hotel situado en un antiguo molino harinero del siglo XVI. Allí, cerca del nacimiento del río Jiloca, se encuentra este hotel rural que tiene un interiorismo que es una auténtica joya y que lleva la firma por Carlos Serra.

Gracias a la decoración y al trabajo de este interiorista, el hotel es un remanso de paz que es capaz de trasladar a sus huéspedes hasta Ibiza o Menorca. Los colores blancos y los tonos neutros, el rumor constante del agua, las alfombras o los cojines ayudan a crear esa atmósfera única y relajante.

Habitaciones abuhardilladas / El Molino

El hotel está situado en plena huerta, a tan solo 5 minutos del centro del pueblo. El edificio que aloja el hotel en la actualidad era un antiguo molinero harinero construido en 1529 para aprovechar las aguas del río Jiloca. Y en el hall de entrada al hotel, todavía se puede contemplar la maquinaria del viejo molino, que ha sido cuidadosamente restaurada y puesta en funcionamiento, dentro de la filosofía de recuperar el patrimonio industrial del pasado.

Para alojar a los huéspedes, tan solo hay 11 habitaciones. Todas sencillas y minimalistas, con tonos neutros que invitan a relajarse y descansar. Entre los materiales utilizados, destacan la piedra y la madera, ideales para crear esos interiores acogedores que caracterizan al interiorista valenciano.

El restaurante del hotel / El Molino

El hotel, situado en medio de la Ruta del Cid y cerca de la ruta verde que va de Ojos Negros a Sagunto cuenta también con un restaurante, Las Ocas, con una atractiva sala en la que destaca la estantería en hierro con vasijas de barro artesanal. La carta está plagada de platos en los que los productos de cercanía tienen gran protagonismo.

Entre sus propuestas, hay delicias como el arroz trufado con queso artesanal de cabra de Ojos Negros, el Ternasco de Aragón, la carne Black Angus de Ojos Negros o las Migas aragonesas con huevo, torrezno, fruta de temporada y gelatina de moscatel. También hay un menú degustación con un precio de lo más competitivo, y una carta de bocadillos la mar de apetitosos por si te vas a de excursión y te quieres llevar comida.

QUÉ VER EN EL ENTORNO

Además de visitar algunos de los atractivos de Monreal del Campo, como los restos de su castillo o el Museo monográfico del Azafrán, también hay que visitar los Ojos del Jiloca, unos manantiales conectados entre sí en forma de rosario que forman parte del mayor humedal de descarga de descarga de aguas subterráneas de la confluencia de la Cordillera Ibérica con los valles de los ríos de la cuenca del Ebro, y uno de los mayores de este tipo en España.

En torno a Monreal del Campo también se puede visitar la laguna de Gallocanta, a solo media hora en coche, además de localidades de gran interés turístico y monumental como Teruel, Albarracín, Daroca o Anento.