En España se generan cada año alrededor de 500 kg de residuos urbanos por persona. Este impactante dato es una consecuencia del modelo económico lineal que ha regido el mundo a lo largo de los años, basado en la extracción, producción, consumo y eliminación. Un modelo que ha supuesto un alto coste ambiental, tanto a la hora de producir los productos como al acabar su ciclo de vida como un deshecho.

Pero los recursos son finitos, y la conciencia sobre el cuidado del medioambiente ha revertido el modelo hasta hacerlo circular, alargando la vida de los productos desde el momento en el que se diseñan ya con el fin de ser reciclados.

Empresas como López Soriano, Itesal, Panel Sándwich Group o el Colegio Oficial de Aparejadores y arquitectos técnicos de Zaragoza (COAATZ), tratan de implementar en sus empresas y procesos los parámetros de la circularidad y el reciclaje, apostando por un futuro más sostenible. Con motivo del Día Mundial del Reciclaje, HOY ARAGÓN prepara este especial para dar a conocer lo que están haciendo las empresas para lograr la circularidad.

LAS CIUDADES SON RESERVAS DE MATERIA PRIMA

«Las ciudades no pueden ser fábricas de residuos, sino que tienen que estar compuestas por edificios que sean la materia prima de los edificios futuros que vendrán», cita René Sanz, de Itesal, como referencia del libro ‘Muerte y vida de las grandes ciudades’ (Jane Jacobs).

Y son los edificios que nos rodean la mayor reserva de materias primas de la ciudad, un legado que, una vez que se construye, queda para las generaciones futuras. De esta premisa surge la siguiente reflexión: ¿Qué estamos dejando en las ciudades para las próximas generaciones?

Actualmente el parque inmobiliario de España se encuentra muy envejecido, aunque la rehabilitación de los edificios se presenta como una solución que encaja muy bien con la circularidad, ya que, como explica el arquitecto técnico Roberto Higuero (COAATZ), responde a «las tres R: reutilizar el parque inmobiliario, reducir los residuos en el proceso de construcción y reciclar lo máximo posible cuando el ciclo de vida del edificio termine».

Cuando se trata de nuevas construcciones la normativa es exigente, y los arquitectos «tendrán que evaluar desde la fase de proyecto el impacto medioambiental en todo el ciclo de vida del edificio», comenta Higuero: «desde los costes medioambientales de los materiales, la producción de residuos en la fase de construcción y también en la fase de deconstrucción futura al edificio».

En cuanto a materiales, empresas como Itesal llevan en su ADN el compromiso por circularidad de sus productos. La ventaja de Itesal es su materia prima, el aluminio, que es inagotable y muy duradero, por lo que «se amortiza en un ciclo de vida muy largo», comenta Sanz. Otra bondad del aluminio es que «su reciclado es muy rentable porque tiene un valor muy alto y para reciclarlo solo se necesita invertir un 5% de la energía que se requiere respecto a la obtención de la materia prima» expone.

López Soriano se presenta como «el último eslabón de la cadena», menciona Marcelo Liendo. La empresa aragonesa tuvo sus inicios en la chatarrería, pero a lo largo de los años ha ido incorporado a sus procesos «la innovación y el desarrollo a la vanguardia de la técnica en la gestión de residuos», lo que ha convertido a la empresa en un referente nacional en flujos de residuos, como el reciclaje de aeronaves y residuos de aparatos electrónicos.

«Hacemos que los materiales vuelvan a los procesos productivos. Estar al final de la cadena te hace ver el alcance y la cadena de valor que se desarrolla a través del reciclado», apunta Liendo. Pero aunque sus procesos de reciclado estén a la vanguardia hay un reto que en ocasiones se escapa, y es que cómo llegan los residuos a sus manos depende de cómo reciclan «aguas arriba».

En este sentido, Miguel López-Blanco, COO de Panel Sándwich Group, apunta a que el éxito final del reciclaje depende de que «cada uno sepa cómo tiene que reciclar el producto en cada momento». De esto surge un reto: enseñar a la ciudadanía cómo tiene que hacer los procesos de reciclaje.

«Igual que la legislación es muy estricta con las empresas en materia de gestión de residuos, tendría que haber por parte del Gobierno un esfuerzo muy importante en hacer una campaña hacia el consumidor para que entendieran cómo y por qué tienen que reciclar», enfatiza López-Blanco.

SI LA SOCIEDAD NO LO DEMANDA NO SERÁ RENTABLE

Esta campaña de concienciación al usuario tiene un plus de importancia añadido que no solo afecta al reciclaje, y es que si el usuario o los clientes no priorizan elegir productos más sostenibles, la inversión de las empresas en sostenibilidad se ve comprometida y deja de ser rentable. En palabras de Roberto Higuero, «si la normativa no obliga va a ser complicado avanzar en este aspecto».

Por ello «en un mundo globalizado donde se genera la información en tiempo real, qué tipo de información se traslada al consumidor y qué incentivos se crean para que esas personas cambien sus conductas será fundamental a la hora de lograr la circularidad», puntualiza Liendo.

Aunque todavía faltan muchas aristas por limar en temas legislativos y de concienciación social, Higuero lanza un mensaje positivo: «Hemos sido capaces de ponernos a la altura y competir de tú a tú con Francia o Alemania en eficiencia energética, por lo que creo que podremos hacerlo también en el tema de reciclaje y la incorporación de criterios de Economía circular en la edificación».

Marcelo Liendo sostiene que la economía circular es una «necesidad», por lo que va a tocar aprender sobre ella «porque es la que nos va a permitir una subsistencia como especie y el reto está en hacerlo en el menor tiempo posible, al menor coste posible y con la mayor inclusión de todo el mundo».

* Este artículo forma parte de un completo especial de reciclaje y economía circular en el que han participado 16 empresas.Ver el especial completo aquí.