Ayer un vecino ya detectó que en el garaje se estaba filtrando mucha agua y estuvo achicando al ver que las columnas estaban hinchadas por la humedad.

A José Luis le dio tiempo a bajar con lo puesto, a Javier a llegar de su trabajo para sacar el coche del garaje y Antonio se ha quedado sin negocio. Lo cierto es que el lunes por la noche Javier Carbó bajó al garaje y vio varios puntos en los que se estaba filtrando agua y afectando a los pilares. «Si llega a ocurrir mientras dormimos, morimos todos», explicaba cuando ya pasó todo, asustado. En total 21 familias repartidas en las cinco plantas del inmueble que, según cuenta Antonio, no tendría más de 40 años.

Por eso al día siguiente empezaron a oírse cosas raras. Ruidos de crujidos en la estructura que hicieron alarmarse a José Luis, que salió de su casa en pijama e inmediatamente de ahí a la calle con lo puesto. Una llamada de una vecina de momento anónima a los bomberos ha sido quizá la clave para que todos se pusiesen a salvo a tiempo. Nada más llegar, han visto que la estructura parecía ceder y rápidamente han sacado a todos.

Uno de los primeros en llegar ha sido el agente de policía local de Teruel, Ángel Loras. «Hemos entrado; ahora lo piensas y es una locura pero había que asegurarse de que todos salían. He cogido a un perro y salido con una vecina y justo después se ha venido abajo», recuerda todavía lleno del polvo de los escombros.

Pero lo cierto es que los vecinos llevaban días con la mosca detrás de la oreja y ya habían salido del edificio cuando empezaron a oír esos «crujidos». Todos tienen una sensación de profunda tristeza pero también intuían que podía pasar algo. «Había obras del cambio de tuberías y al parecer se filtraba el agua. Si a eso añadimos todo lo que ha llovido en Teruel estos últimos días…», cuenta otra vecina.

UN ‘TSUNAMI’ DE SOLIDARIDAD EN HORAS

Horas después del derrumbe, mientras las autoridades intentaban acomodar a la veintena de familias que se había quedado en la calle con lo poco que habían sacado de sus casas, los teléfonos en la Federación de Asociaciones Culturales y Vecinales de Teruel no paraban de sonar. «Ha sido una verdadera pasada la respuesta de la gente en tan solo unas horas», cuenta a HOY ARAGÓN Patricia. Un verdadero ‘tsunami’ con más de 400 llamadas de turolenses y aragoneses ofreciéndose para ayudar a sus vecinos de la calle San Francisco. «La mayoría se ofrecían ellos mismo además de dar ropa o comida pero también ha habido otros casos más solidarios». Como la de una mujer que ofrecía su casa de Gudar para alojar hasta 8 personas el tiempo que fuese necesario.

Gestos que han desbordado las expectativas y que se siguen produciendo según continúan pasando las horas. Ahora Javier, Antonio o José Luis se sienten más arropados pero siguen con un enorme vacío, con esa sensación de haberlo perdido casi todo. Eso sí, conscientes de que podría haber sido peor y que nadie podía saber cuando iba a ceder aunque algunos algo viesen veni