La localidad aragonesa de Utebo, conocida por su rápido crecimiento demográfico y su rica herencia patrimonial como la torre mudéjar de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, estuvo cerca de transformarse en un hito histórico nacional.

Durante la Segunda República, se presentó un proyecto ambicioso que proponía a Utebo como la nueva capital de España y desterrar a Madrid como el centro del país, un plan audaz que quedó en el tintero de la historia.

UTEBO: CAPITAL DE ESPAÑA

Este inusual proyecto fue ideado por Nicolau Rubió i Turdurí, un destacado arquitecto menorquín, conocido por su labor en Cataluña y su participación en la Exposición Internacional de Barcelona de 1929. Fue allí donde Rubió se familiarizó con la torre mudéjar de Utebo, cuya réplica fue exhibida en el “Pueblo Español” de Montjuïc, dejando una impresión duradera en el arquitecto.

La propuesta de Rubió, presentada en julio de 1931, planteaba una revolución en la estructura administrativa del país. Inspirándose en ejemplos internacionales como Brasilia, Camberra y Washington D.C., Rubió argumentaba que España, en su transición hacia un modelo federal, necesitaba una nueva capital desligada del centralismo histórico de Madrid.

La idea era crear una ciudad administrativa pura, libre de industria y comercio, habitada únicamente por funcionarios y con una población estimada de 150.000 personas.

IBERIA, LA CAPITAL DE ESPAÑA QUE NUNCA FUE

Utebo fue elegido por su simbolismo geográfico, cerca del río Ebro (Iber), y por su ubicación estratégica, equidistante de ciudades principales como Madrid, Barcelona, Bilbao y Valencia, con Zaragoza a poca distancia. El proyecto «Iberia» contemplaba una planificación urbanística moderna y avanzada: divisiones claras entre zonas residenciales, políticas y de embajadas, edificaciones altas, amplios paseos y una prohibición del uso de vehículos privados, apostando por un sistema de transporte público y metro.

Sin embargo, la historia tomó otro rumbo con el estallido de la Guerra Civil Española en 1936, dejando el proyecto de «Iberia» en el olvido. Quedan las preguntas de cómo habría sido el desarrollo de Utebo y Zaragoza si este plan se hubiera llevado a cabo, y cómo habrían coexistido estas dos ciudades.

El legado de Rubió sigue vivo en el Pueblo Español de Barcelona, donde la Torre Mudéjar de Utebo sigue siendo un atractivo turístico, un recordatorio de una capital que pudo haber sido y del poder transformador de la arquitectura y la planificación urbana.

La historia de Utebo, rebautizada como «Iberia» en este proyecto, nos deja una visión de lo que pudo ser y la influencia que los proyectos arquitectónicos pueden tener en el curso de la historia nacional.