Solo hace fata echar un vistazo a lo que a uno le rodea en este preciso momento: la ropa que uno viste, un bolígrafo, el ratón del portátil… Cualquier elemento creado por el hombre tiene detrás a ingenieros. «No hacemos naturaleza, pero la ayudamos», señala de forma gráfica Enrique Zaro, decano del Colegio Oficial de Peritos e Ingenieros Técnicos Industriales de Aragón (COGITIAR).

A día de hoy, es una profesión imprescindible para el desarrollo de la economía, más si cabe en una tan industrializada como la de Aragón y, en un momento en el que la mayoría de empresarios alzan la voz debido a la falta de personal cualificado, la figura del ingeniero toma si cabe más relevancia.

«En la Comunidad nos hacen falta 1.000 ingenieros«, señala el máximo responsable de COGITIAR, una organización que a día de hoy cuenta con 4.700 colegiados y es el tercer colegio del sector más grande de España. Según el decano, «la Universidad tiene un reto: es importante que el docente sea un ingeniero profesional«.

FORMACIÓN CONTINUA

Otra de las cuestiones que afecta a que las empresas no encuentren a los profesionales necesarios es la gran cantidad de ingenieros que no se colegian: «Tenemos una masa igual o superior sin colegiar, por lo que no reciclan conocimientos, de ahí que sea importante que las empresas trabajen de mano de los Colegios Oficiales», apunta Zaro.

En ese sentido COGITIAR cuenta, además de con una cátedra universitaria, así como con acuerdos con la mayor parte de los clústeres de Aragón, formando a los colegiados en aquellas herramientas que necesitan con profesionales especialistas.

La voluntad del Colegio es «seguir canalizando nuestra actividad con los clústeres», señala. De cara al futuro, el objetivo es «integrarnos con la Universidad, de modo que los últimos egresados se reviertan a los clústeres con el fin de que el último año ya se les dé una formación precisa y concreta, con la particularidadde que ya hablan el mismo idioma», precisa el decano.

La clave es la integración de los colegiados con la Universidad y las empresas, y es en los clústeres «donde se está cociendo el caldo de cultivo de la industria», señala Zaro.

Mientras tanto, COGITIAR, cuyo origen se remonta al siglo XIX, sigue avanzando ofreciendo formaciones, renovando sus instalaciones (cuentan con un nuevo Salón de Actos totalmente interactivo) y haciendo que una profesión clave pueda dar servicio a un tejido empresarial cada vez más demandante.

Entre sus máximas está «contribuir al progreso de la sociedad, acompañando al ingeniero en el desarrollo de su profesión para que sea siempre libre», así como «ser reconocidos por la sociedad como agentes de transformación tecnológica», apostilla el decano.