La digitalización en la educación ha sido vista durante años como una solución moderna y avanzada para el aprendizaje. Sin embargo, la reciente decisión de muchas instituciones educativas españolas de abandonar las tablets y retomar los libros de texto tradicionales sugiere un cambio de perspectiva.

A este fenómeno se suma Suecia, país que durante mucho tiempo lideró la transformación digital en las aulas. Ahora, las escuelas suecas, cuestionando los beneficios de la digitalización, están regresando a los libros de texto. Esta decisión se tomó tras los resultados del último informe Pirls, centrado en la comprensión lectora. Suecia, con sus 10 millones de habitantes, vio una disminución en su puntuación: 544, es decir, 11 puntos menos que en 2016.

“El informe Pirls es una señal de que tenemos una crisis de lectura en las escuelas suecas. En el futuro, el Gobierno quiere ver más libros de texto y menos tiempo de pantalla en la escuela”, declaró la ministra de Educación, Lotta Edholm, del ejecutivo conservador de Ulf Kristersson.

La decisión de Suecia, uno de los precursores de la educación digital, de poner un alto a la inversión en tecnología y priorizar nuevamente el papel, ha hecho surgir preguntas en toda Europa. ¿Estamos presenciando el inicio de un cambio de tendencia generalizado?

Este giro de eventos pone en evidencia que, si bien la tecnología ofrece múltiples ventajas, la educación no puede depender exclusivamente de ella. Las tablets y ordenadores son herramientas, pero no pueden reemplazar totalmente el papel y la tinta.

El debate sigue abierto: ¿Qué es más conveniente para el aprendizaje, la inmediatez y versatilidad de la digitalización o la tangibilidad y tradición de los libros? Lo que está claro es que la educación en Europa está en plena revisión y busca encontrar el equilibrio adecuado entre lo digital y lo tradicional.