Llegar a casa y disfrutar de una ducha reconfortante es uno de los placeres diarios para muchos. Sin embargo, un estudio liderado por el doctor Robert H. Shmerling, publicado por Harvard, revela que bañarse en exceso, más de 4 o 5 veces por semana, puede tener graves consecuencias para la salud cutánea.

Aunque la higiene personal es esencial, las duchas diarias pueden afectar los aceites y grasas naturales de la piel, desequilibrándolos. La piel produce estas sustancias como barrera protectora contra agentes externos como contaminación, bacterias y rayos solares. El exceso de limpieza puede provocar la pérdida de esta barrera, dejando la piel seca e irritada, propensa a infecciones y enfermedades dermatológicas.

LA EXPLICACIÓN CIENTÍFICA

La ciencia explica que la piel necesita mantener un equilibrio en la producción de aceites y grasas para evitar problemas como el acné. La sobreexposición en la ducha al agua y productos de limpieza puede despojar a la piel de esta protección, dejándola vulnerable a irritaciones, grietas y picor.

Además, se destaca que el sistema inmunológico requiere enfrentarse a restos de suciedad para crear anticuerpos. Manteniendo los niveles adecuados de aceites y grasas, se reduce el riesgo de contraer enfermedades y se ayuda al organismo a preparar su defensa.

LA FRECUENCIA AL DUCHARSE

No solo la frecuencia, sino también el tiempo y la temperatura son factores importantes. Según el estudio, una ducha óptima debe durar entre 3 y 5 minutos, considerando las zonas más delicadas como axilas, genitales, pies y cabello. Se recomienda agua tibia, ya que el exceso de agua fría obstruye los poros, mientras que el agua caliente acelera la pérdida de aceites naturales.

Más no siempre es mejor cuando se trata de duchas diarias. La ciencia nos recuerda que cuidar la piel es un equilibrio entre la higiene necesaria y el respeto por los procesos naturales que la protegen.