Los problemas de visión en la infancia están alcanzando niveles alarmantes en España. Según el reciente informe titulado ‘El estado de salud infantil en España, 2019. ¿Cómo ha variado desde 2016?’, uno de cada cuatro niños en el país tiene dificultades para ver a distancia.

Aún más sorprendente es que más de la mitad podría tener un problema visual. Sin embargo, solo una de cada 10 familias logra identificar estos problemas en una etapa temprana.

El desarrollo visual en los primeros meses de vida es crucial. Al nacer, los bebés poseen una visión limitada, siendo capaces de ver a una distancia de aproximadamente 18 a 20 centímetros.

Aunque la capacidad para distinguir colores en este estadio no está confirmada, se cree que en los primeros meses predominan las visiones en tonos grises. La visión binocular, caracterizada por el uso coordinado de ambos ojos, no se manifiesta hasta los tres o cuatro meses de edad.

Algunos problemas de visión pueden ser identificados por señales claras. Si un bebé no sigue objetos en movimiento, podría indicar una condición visual subyacente. Entre las más comunes encontramos:

  • Problemas de refracción: Como la miopía, hipermetropía o astigmatismo. Estos impiden que las imágenes sean procesadas nítidamente en el cerebro y, si no se tratan adecuadamente, pueden resultar en un ojo vago.
  • Ambliopía: Comúnmente conocida como «ojo vago», es una disminución de la visión en un ojo debido a que el cerebro omite procesar la imagen de ese ojo. Si no se detecta y trata en las primeras etapas, puede llevar a una pérdida permanente de visión.
  • Estrabismo: Es una desalineación de los ojos. Aunque puede manifestarse en bebés desde los 6 meses, puede aparecer más tarde por diversas razones.

Existen, además, enfermedades visuales menos comunes pero graves, como las distrofias retinianas, el glaucoma y la catarata congénita.

¿Cómo detectar problemas de visión en bebés?

El oftalmólogo es el profesional indicado para evaluar la salud visual de un bebé. No obstante, los padres pueden estar alerta a señales como desviación de uno de los ojos, parpadeo excesivo, sensibilidad extrema a la luz, entre otros. Los exámenes visuales pueden realizarse incluso en recién nacidos, y en niños más grandes se utilizan cartillas especializadas.

Dada la importancia de una detección temprana, es fundamental que las familias estén informadas y activen consultas con profesionales ante la menor sospecha de problemas visuales. Esta intervención temprana es crucial para el bienestar y desarrollo óptimo de los niños.